De acuerdo a un grupo selecto de científicos, nos encontraríamos muy cerca del final de la historia humana. Bueno, es más que eso: se trata del final de la vida como la conocemos.
Ese grupo de científicos, aparecieron cerca de un reloj que marcaba precisamente eso: los 90 segundos que faltan para el final. Y ellos, los científicos, tenían una cara tan seria que no se prestaba para pensar que estaban bromeando.
El Reloj del Apocalipsis, (en inglés Doomsday Clock, también llamado Reloj del Juicio Final) es un reloj simbólico, mantenido desde 1947 por la junta directiva del Bulletin of the Atomic Scientists (Boletín de Científicos Atómicos) de la Universidad de Chicago, Estados Unidos, que usa la analogía de la especie humana estando siempre «a minutos de la medianoche», donde la medianoche representa la «destrucción total y catastrófica» de la Humanidad. Originalmente, la analogía representaba la amenaza de guerra nuclear global, pero desde hace algún tiempo incluye cambios climáticos, y todo nuevo desarrollo en las ciencias y nanotecnología que pudiera infligir algún daño irreparable.
Desde su concepción, el reloj ha aparecido en todas las portadas del Bulletin of the Atomic Scientists. Su primera representación fue en 1947, cuando el cofundador de la revista, Hyman Goldsmith, le pidió a la artista Martyl Langsdorf (esposa del físico del Proyecto Manhattan Alexander Langsdorf Jr.) que diseñara una portada para la edición de la revista de junio de 1947.
El número de minutos para la medianoche —que mide el grado de amenaza nuclear, ambiental y tecnológica para la Humanidad— es corregido periódicamente. El 25 de enero de 2018, el reloj se adelantó desde «tres minutos para la medianoche», en donde estaba desde el 19 de enero del 2017, a «dos minutos y medio para la medianoche». El reloj fue actualizado en 2018, poniendo las agujas a dos minutos para la medianoche. Ha permanecido a esta hora en 2019. En enero de 2020 se adelantó veinte segundos, y en enero de 2023 otros 10 segundos, quedándose a 90 segundos para la medianoche, lo que supone el momento en el que más cerca se ha situado de las 12 en su historia.
¿Será creíble todo esto? ¿Hay bases “científicas” para basar estas explicaciones y teorías en cuestiones que realmente amenacen la supervivencia humana?
Nosotros hemos escrito varios artículos acerca de la posibilidad que el ser humano sea capaz de destruirse a sí mismo. (Incluso, grabamos un podcast acerca de “La civilización Autodestructiva” junto a los periodistas de ‘Entre Amigos con Gerson García” que se puede encontrar en Spotify).
Porque somos capaces de construir grandes cosas, los seres humanos, también tenemos ese afán destructivo que nos lleva a terminar con relaciones, trabajos, y la vida humana. Diversos géneros musicales como la ópera, el tango o las rancheras nos ilustran gráficamente de ese ente que se anida en el alma de hombres y mujeres para acabar con todo y de una vez…
Entonces, el reloj ese -el del Apocalipsis o del Juicio Final- es para tomarlo en serio. Porque todo puede ser posible, para un ser humano que la psicología no puede clasificar ante sus reacciones poco predecibles. ¡Qué podemos decir de los líderes mundiales que viaja a todas partes con su maletín que contiene las claves para lanzar un ataque de bombas nucleares a quien se les ponga por delante en actitud amenazante!
Ante esta realidad asombrosa -que ninguna película de terror, con super héroes incluidos puede imaginar- hoy nos encontramos con este reloj y con estos científicos con caras adustas y que no nos transmiten confianza alguna, para que pensemos en poner la casa en orden, por si sucediera que estos 90 segundos de gracia se acortan demasiado…
¡Qué lejas suenan las palabras de aquél que dijo que no estuviéramos ansiosos por nada, porque nadie puede añadir un segundo a su vida! Pero, claro, la frase no se terminaba ahí, porque había una palabra de esperanza, que no se basaba en actitudes humanas, sino en esperar en un poder superior que podía traer paz y esperanza al corazón del ser humano. Creer o no creer en ese poder, esa es la cuestión en que se debate el corazón y la mente humana. No es una decisión fácil, pero es trascendental. Y nunca hemos usado esta palabra con el significado real que aquella tiene. Porque es así: transciende esta existencia que conocemos.
(Guillermo Serrano en Ideas y Voces).