Oh, el amor, dirán los que celebran esta fiesta de San Valentín, en que los enamorados regalan flores y bombones a sus enamoradas. Reconocemos, que esta festividad ha ido llegando a más países y regiones del mundo, porque el amor, ¡oh, el amor, nunca dejarás de existir!
El Día de San Valentín —o simplemente San Valentín— es una festividad de origen católico que se celebra anualmente el 14 de febrero como conmemoración de las buenas obras realizadas por san Valentín de Roma, relacionadas con el concepto universal del amor y la afectividad. Originado por la Iglesia católica como contrapeso de las festividades paganas que se realizaban en el Imperio romano, también es una de las primeras fiestas que significaron la expansión del cristianismo en toda la Eurafrasia romana. La fiesta en sí ha ido ganando importancia a lo largo del tiempo desde una perspectiva laica como el Día de los Enamorados o el Día del Amor y la Amistad.
A pesar del reconocimiento de san Valentín de Roma como el fundador e iniciador de la fiesta el 14 de febrero, también se asocia a otros religiosos mártires con el nombre Valentín. Esto no socavó la leyenda principal en la que se fundamenta la festividad: San Valentín casaba a soldados con sus prometidas en las mazmorras de las cárceles del imperio en los tiempos en que el cristianismo fue prohibido por Claudio II. Al enterarse de los votos matrimoniales que realizaba el santo, mandó capturarlo y traerlo frente a él para que se excusara; al parecer, Claudio no tenía más intención que solo reprenderlo y desterrarlo, pero por influencia de otros altos funcionarios mandó decapitar a san Valentín.
¿Por qué necesitamos de un día marcado en rojo en algunos calendarios para “acordarnos” que debe celebrarse el amor? Porque como ocurre con otras fiestas y celebraciones, tendemos a olvidar que las acciones humanas necesitan de hechos y no solo de palabras para que sean efectivas en aquello que deseamos enfatizar.
Hay un chiste -de mala fama- que dice que hay que casarse para comenzar a desenamorarse porque la rutina y el aburrimiento matan toda posibilidad de continuar ejerciendo aquello que alguna vez manifestamos y que prometimos en esas ceremonias impresionantes que llamamos celebraciones de matrimonio…
La pregunta, entonces, es ¿por qué cuesta tanto decirle a la persona amada, simplemente “te amo” y luego demostrarlo en cosas prácticas, como prepararle un café, llevarle una flor o simplemente abrazarle o besarle? Probablemente, porque -en caso de los hombres- pensamos que “la otra persona ya sabe que la amo”. Y en el caso de la mujer, ella puede asumir que su novio, prometido o marido o partner, sabe que “el amor es lo que nos mantiene unidos” y no necesitamos de recordatorios…
Nosotros no creemos ninguna de las teorías expuestas antes. Por el contrario, pensamos que es necesario decir esas frases de amor que deben salir del alma y no de textos hechos. Pero que, además, a esas palabras deben seguir hechos concretos.
Si en tu vida existe aquella persona que quieres y que significa mucho para ti, exprésale tu cariño en tus propias palabras -y que no sea solo en este día de San Valentín- y luego pon esas palabras en práctica con esos gestos que demostrarán que eres un ser humano que puede expresar sus sentimientos con palabras y con hechos.
(Guillermo Serrano en Ideas y Voces)