En El Salvador, el debate sobre el aborto terapéutico ha generado apasionadas discusiones en
los últimos días. Como miembros del cuerpo de Cristo, debemos tener claridad sobre cómo la
Sola Escritura responde contrariamente a los grupos a favor. Por esta razón, en el presente
artículo exploraremos cinco argumentos por los cuales el aborto terapéutico carece de
justificación moral, ética y teológica. A medida que observemos los argumentos presentados,
se revelará la importancia de que la iglesia evangélica de El Salvador proteja la vida desde su
concepción, incluso en situaciones de extrema adversidad.
1. La santidad de la vida humana.
Según la enseñanza bíblica, Dios creó a la humanidad a su imagen (Génesis 1:27), lo que
implica que toda la humanidad posee un valor y dignidad intrínseco. Esto se traduce en que
cualquier acción que ponga fin a una vida humana es una violación de este principio
fundamental. El aborto terapéutico, aun cuando tenga la intención de preservar la vida o la
salud de la madre, no puede justificarse si implica poner fin a la vida de un niño por nacer. Si
consideramos las graves consecuencias que Dios estableció para quienes ocasionaran un
aborto accidental (Ex. 21:22-23) podemos imaginar la santidad de la divina indignación cuando
se hace de manera intencional.
2. El valor de la vida humana desde la concepción.
La Biblia afirma que la vida humana tiene valor desde el momento de la concepción. El Salmo
139:13-16 que describe cómo Dios teje a cada persona en el vientre de su madre, es una
evidencia entre otras, de que la vida comienza en la concepción. Por tanto, si con humildad se
acepta que la vida humana comienza desde ese instante, entonces el aborto terapéutico no
puede justificarse de ninguna manera, ni bajo ninguna circunstancia, ya que implica la
destrucción de una vida humana con pleno valor y dignidad.
3. La soberanía de Dios.
Dios es soberano. La Biblia afirma que su soberanía está en todas las áreas de la vida, incluida
la vida y la muerte. Esto significa que Dios es el único que tiene la autoridad para dar y quitar
la vida (Job 9:12 cf. Rom 9:18-23). Por lo tanto, las decisiones humanas sobre el aborto
terapéutico usurpan la autoridad divina. Al interrumpir un embarazo con fines terapéuticos, se
reemplaza la voluntad de Dios con la del ser humano, lo que va en contra de la sumisión
debida a su soberanía (Isa. 33:22). Optar por el aborto terapéutico en situaciones de riesgo
para la madre o anomalías congénitas implica asumir un papel que corresponde
exclusivamente a Dios, decidiendo quién vive y quién muere. El evangelio nos enseña que
debemos confiar en la sabiduría y el plan eterno de Dios en lugar de tomar decisiones basadas
en nuestros temores, suposiciones y limitaciones humanas.
4. La responsabilidad de proteger a esta población vulnerable.
La historia de redención nos demuestra que los cristianos tenemos la responsabilidad de
proteger y cuidar a una de las poblaciones más indefensas y vulnerables: los bebés no
nacidos. Sin embargo, el aborto terapéutico en lugar de proteger al no nacido, prioriza la vida y
el bienestar de la madre en detrimento del niño. Como discipulos de Cristo, los cristianos
estamos llamados a proteger y defender “a ambos”, madre e hijo, en lugar de justificar
acciones que puedan dañar a uno de ellos. Debemos consolarnos en la verdad de que Dios
tiene un propósito para cada vida la de la madre y la del bebé, incluso en circunstancias
difíciles o dolorosas.
5. La confianza en Dios en medio del sufrimiento.
Se reconocen que la vida puede presentar situaciones difíciles y angustiantes para todos,
como por ejemplo un embarazo que pone en peligro la vida de la madre. Sin embargo, en lugar
de recurrir al aborto terapéutico, el evangelio exhorta a los creyentes a confiar en Dios en
medio del sufrimiento y buscar su dirección y sabiduría. La Biblia enfatiza que Dios puede usar
incluso las situaciones más difíciles para su gloria y el bien de aquellos que lo aman (Romanos
8:28).Por lo tanto, se alientan a los cristianos a buscar el apoyo y la sabiduría de la comunidad
de fe en tiempos difíciles.
En conclusión, este análisis teológico revela que el aborto terapéutico carece de justificación
moral, ética y teológica de cara a la Sola Escritura. Al defender la santidad de la vida, el valor
de la vida humana desde la concepción, la soberanía de Dios, la responsabilidad de proteger a
los bebés no nacidos y la confianza en Dios en medio del sufrimiento, los cristianos deben
abogar por la protección de la vida humana en todas las circunstancias, incluso en situaciones
de extrema adversidad.
Es crucial que la iglesia evangélica en El Salvador se mantenga firme en sus convicciones
bíblicas y promueva un enfoque centrado en el evangelio al abordar el tema del aborto
terapéutico. Será a través de una comprensión clara del evangelio de Jesucristo, de la verdad,
de la educación bíblica, de la oración y la compasión a aquellos que enfrentan situaciones
difíciles, que los cristianos podrán demostrar el amor de Dios y su compromiso con la
protección de la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural.