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sábado, diciembre 7, 2024

Tres desafíos morales y espirituales al predicar el Evangelio en El Salvador

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Conscientes o no, los pastores evangélicos enfrentan numerosos desafíos al predicar el Evangelio en El Salvador. Este artículo analiza la situación actual de la Iglesia y presenta un llamado a la reflexión y la acción para abordar estos desafíos.

Permítanme iniciar contándoles una historia bíblica. En tiempos de Josías, rey de Judá, en el año 18 de su reinado, mandó a reparar el templo. Al verificar la obra, sucedió: «Entonces el sumo sacerdote Hilcías dijo al escriba Safán: ¡He hallado en la Casa de YHVH el Rollo de la Ley! E Hilcías entregó el Rollo a Safán, quien lo leyó.» (2Re 22:8) Esto fue una gran noticia para todos. Sin embargo, esto también debe alertarnos. El libro de la ley, la Palabra de Dios, se perdió en el lugar donde se supone debía ser cuidada, guardada, amada, estudiada y enseñada: ¡dentro del templo! ¿Por qué se perdió? Porque se había perdido el interés en ella. Muy probablemente, el abuelo de Josías, llamado Manasés, quemó la ley porque esta testificaba en su contra. Esta fue la razón por la que Dios mandó a «guardar» la ley dentro del Arca (Dt. 31:25-26). Sin embargo, la mayoría de los reyes perdieron el interés en la luz de la Palabra porque amaban las tinieblas.

Esta historia nos ilustra cómo la Palabra de Dios puede perderse en el lugar donde debería ser cuidada y protegida. Pero sirve también como una advertencia de que no todo «lugar de reunión» es necesariamente un lugar de adoración, ni que todos los que piensan que se congregan en una iglesia sana, realmente lo estén. Si dentro de una iglesia local la Palabra de Dios no reina, no se enseña guardando el sentido correcto en que Dios la ha dado, exponiendo su mensaje central, entonces ese lugar no es sano para el pueblo de Dios.

Hoy en día enfrentamos desafíos similares en la predicación del Evangelio. De los muchos que podemos identificar, mencionaré tres de ellos: el liberalismo teológico, el relativismo moral y el misticismo religioso. Estos problemas, lamentablemente, socavan el mensaje del Evangelio y ponen en peligro la fe de los creyentes.

El liberalismo teológico reduce la Biblia y el Evangelio a un mensaje de moral y ética, despojándolo de su naturaleza milagrosa e inspirada por Dios. Esta tendencia puede manifestarse de varias maneras, desde negar los milagros de la Escritura, incluyendo la encarnación de Dios, hasta ser relativos con respecto a temas como la homosexualidad y el aborto, destruyendo así el propósito y la identidad de la iglesia como pueblo santo de Dios.

El relativismo moral es otro desafío que enfrentamos. Sostiene que no hay verdades morales absolutas y que cada individuo puede determinar su propia moralidad. Una de las expresiones más desafiantes que encontramos dentro de las iglesias es el libertinaje, la creencia de que el amor y la gracia de Dios permiten a los individuos vivir como quieran. Esto ha llevado a la falta de valores claros en las iglesias, la disminución de la disciplina y la pureza eclesiástica, y la trivialización de temas sexuales como el noviazgo y las relaciones entre parejas, la crianza de los hijos, los roles de padres, así como también el de los hombres y las mujeres en general, etc.  

El misticismo religioso es la creencia o práctica de buscar una conexión, conocimiento o experiencia directa de lo divino o sagrado, a menudo a través de prácticas religiosas o rituales. Implica la idea de que se puede alcanzar un conocimiento o una comunión con Dios de una manera más allá de la Sola Escritura. El neopentecostalismo, que no debe confundirse con el pentecostalismo, es un ejemplo de este misticismo. Se caracteriza por promover la teología de la retribución (también llamada prosperidad), creer en “nuevas revelaciones” y adoptar una estructura eclesial sometida aapóstoles o pastores venerados. Este movimiento también fomenta la competencia por promoción personal y presenta un evangelio esotérico basado en fórmulas y oraciones repetitivas o mantras evangélicos, en lugar de la comprensión de la Palabra y el arrepentimiento genuino.

Por lo tanto, dado que la predicación del Evangelio es una tarea que requiere dedicación, perseverancia y sabiduría, la Iglesia evangélica de El Salvador debe ser consciente de los desafíos que enfrenta y estar dispuesta a enfrentarlos con amor, verdad y convicción. Al hacerlo, podemos asegurar que el mensaje de salvación en Jesucristo siga siendo relevante y transformador en un mundo necesitado de esperanza y redención.

En resumen, enfrentamos una serie de desafíos en la predicación del Evangelio en El Salvador. Estos incluyen el liberalismo teológico y su rechazo a la verdad, el relativismo moral y el libertinaje consecuente, y el misticismo religioso con sus prácticas neopentecostales. Para abordar estos desafíos es fundamental que las iglesias evangélicas vuelvan a la Palabra de Dios y valoren la doctrina fundamental de la fe. A través de la formación, el discernimiento y el compromiso con una vida cristiana auténtica, podemos asegurar que el mensaje del Evangelio siga siendo relevante y efectivo en nuestro tiempo y en nuestra cultura.

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