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martes, septiembre 24, 2024

Las balas nuestras de cada día, dánoslas hoy…

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Así no es la oración, que, como papagayos, repetíamos desde niños, en las parroquias, y, que creíamos a pie juntillas… bueno para ser justos, tampoco es la misma oración que se repite en los templos protestantes o evangélicos.

No, la oración o rezo, dice “el pan nuestro de cada día dánoslo hoy”. Porque las balas no entran en este juego de palabras. Y, sin embargo, pareciera que por cuestiones “de reemplazo” hombre y mujeres (y hasta niños hoy), prefieren aceptar las balas, como si ellas fueran de ayuda o beneficio en las mentes afiebradas de los que hacen uso de la violencia como método preferido para solucionar sus complejos o deficiencias psicológicas.

En Estados Unidos -el mayor fabricante de armas del mundo- las balaceras que terminan con las vidas de personas, sin distinción de sexo, raza o edad, son el pan de cada día en las noticias que se transmiten, como si esto ya fuera la rutina impuesta por las circunstancias.

Para ser justo, tenemos que decir que Francia, Rusia, China, Alemania e Israel siguen en la lista de los fabricantes de armas más grandes del mundo, totalizando miles de millones de dólares en venta de diversos tipos de armas que “se exportan a todos los países”, lo que sitúa a América Latina como potencial comprador de diversos tipos de armas, sumando otros miles de millones de dólares, que van a parar a los grandes barones de la guerra, que cada día de vuelven más ricos y poderosos.

Mientras tanto, las vidas sesgadas de miles de personas, son el tipo de ofrenda que se ofrece en el altar de la avaricia de los mercaderes de armas que como lo dijo un ministro de la guerra norteamericana, los misiles son “inteligentes” y que “solo causan un daño colateral” en el lugar donde caen “porque todo se dirige desde computadores y satélites”.

Mientras tanto, millones de “potenciales víctimas” de crímenes de todo tipo y de acciones de “guerra” siguen clamando por sus vidas y quizá en una fe “primitiva” repiten esperanzados la oración real; aquella que Jesús enseñó y que es muy simple en sus frases, pero quizá profunda en su significado: “Danos Señor el pan nuestro de cada día y perdónanos nuestros pecados” 

(Guillermo Serrano en Ideas y Voces)

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