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domingo, mayo 5, 2024

¿Cuánto aguantaremos?

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Éxodo 10:7  “Y los siervos de Faraón le dijeron: ¿Hasta cuándo este hombre nos será causa de ruina? Deja ir a los hombres para que sirvan al SEÑOR su Dios. ¿No te das cuenta de que Egipto está destruido?”

Bueno, seamos claros: Aunque la palabra parezca dura, pero el ser humano es terco por naturaleza.

Creemos que cuando Dios nos quiere transformar, podemos hacer lo que se nos antoja sin sufrir ninguna consecuencia. E ignorantemente nos ponemos en contra de su Voluntad queriendo salirle adelante sin darnos cuenta que nos estamos oponiendo al mismo Creador. Ya lo dijo Pablo: No demos coces contra el aguijón.

Pero no.  Seguimos necios haciendo nuestra voluntad y no nos damos cuenta que las cosas ya no están como debieran. Las deudas han aumentado. La esposa está desesperada. Los hijos pasan hambre y desnudez. En el trabajo las cosas se están poniendo feas. La gente se nos aleja, pero nosotros le echamos la culpa al sistema sin darnos cuenta que nosotros mismos somos los culpables de todo.

Nos estamos oponiendo a nuestro Señor. No nos humillamos ni bajamos nuestra cerviz. Y todo, porque no queremos dar nuestro brazo a torcer como se dice.

El faraón había recibido órdenes de parte del Señor para enviar al pueblo al desierto para servir a Dios.  La presión había aumentado cada vez más sobre él.  Pocas personas en el mundo han recibido mensajes tan claros y milagros y señales tan concretos desde el cielo.  Lo normal en una situación semejante sería que la persona reconociera la soberanía del Señor y se humillara ante su mano poderosa.  Por eso Dios reprocha al faraón por no humillarse ante él.

Esto nos enseña que el faraón era el responsable de lo que hacía.  Tenía el libre albedrío para elegir lo bueno y lo malo, y optó por lo malo.  Él mismo había endurecido su corazón.  Él mismo había tomado la decisión de no humillarse ante el Señor.  Por eso él fue reprendido. Si Dios hubiera producido todo eso en el faraón sin que él mismo hubiese podido elegir, el Señor no hubiera sido justo al acusarle por ello.

Así que el faraón era el responsable de sus decisiones y tenía la libertad para humillase si hubiera querido.  Pero tomó la decisión equivocada y esa fue su ruina.

Cuando Dios nos habla, él espera que nos humillemos ante él.  Si no nos humillamos ahora, un día nos reprenderá por ello.  El espera que cada persona se humille ante él y le obedezca.  Para eso fue creado el hombre.  Pero por la libertad que tiene cada apersona muchos decidimos no hacerlo y esa decisión será nuestra eterna ruina.

El resultado de no humillarnos ante el Todopoderoso siempre será la humillación y la ruina.  El resultado de humillarse en el Señor siempre será la exaltación y la salvación.

Es irónico que incluso los oficiales de faraón le reprendieron porque había mantenido su orgullo a toda costa. ¿No te das cuenta que Egipto ha sido destruido, faraón? Y esa frase me parece muy conocida en nuestros tiempos.  Como pastor he tenido que repetirla una y otra vez a algunos hombres y mujeres que han permanecido, como se dice, en sus trece, sin aceptar que sus conductas equivocadas y su orgullo interno no les permite reconocer sus faltas delante del Señor y humillarse ante Él para que tenga misericordia y les haga el bien que esperan.

Hay muchos hombres que no aceptan que cuando el matrimonio está mal, muchas veces no son las otras personas las culpables sino ellos mismos. Debido a su machismo heredado muchas veces de sus propios padres, están viendo que su matrimonio va a la deriva pero son incapaces de ver la viga en sus ojos y solo ven la paja en el ojo ajeno.  Hay mujeres también que he tenido que confrontar con sus conductas equivocadas pero es bastante difícil que comprendan la verdad ya que en su fuero interno ellas creen que siempre tienen la razón y no aceptan pedir perdón o reconocer que están fallando.

A todo esto: El hogar sufre las consecuencias de su necedad. Los hijos pagan el precio a su necedad y la Iglesia sufre al ver a uno de sus miembros siendo tratado tan duramente por el Señor porque no se humillan ni doblan su cerviz ante el Todopoderoso. ¿Cuanto más aguantarán esa situación? Tarde o temprano verán el Poder persuasivo de Dios en sus vidas. Tarde o temprano.

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