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jueves, noviembre 21, 2024

Reparando Grietas

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Hace mucho tiempo, en el templo de Jehová, había muchas grietas.

Las paredes del santuario se habían llenado de una cantidad extraordinaria de grietas.

Las goteras estaban allí.

Las grietas estaban abriéndose cada día más, y a un mínimo temblor o movimiento de tierra, el templo podía desplomarse.

Así que los sacerdotes se reunieron, y uno en medio de todos se levantó, y les dijo a los demás:

“¿No habéis podido reparar las grietas del templo de Jehová?”

(2 Reyes 12)

Imagínate… un templo lleno de grietas…

El lugar donde adoramos a Dios, ese lugar donde exaltamos su nombre en la reunión de los santos, totalmente agrietado, sin que nadie haga nada, sin que nadie repare esas amenazantes grietas en sus paredes.

Te recuerdo que nosotros somos templo y morada de su Espíritu Santo ahora. Y debemos ser buenos centinelas de esa santa morada.

No olvides que eres un templo, no pases por alto que Dios te ha constituido, ser su santuario.

Pero…

¿Tiene grietas en tu corazón?

¿Está agrietada tu alma?

¿Hace cuánto tiempo tienes ese rencor, o esa amargura crónica que por años no has podido endulzar?

Esa falta de perdón, ese resentimiento viejo, son grietas que al no ser reparadas pueden causar una súbita caída.

Quizás con todo y grietas le has estado sirviendo a Dios.

Quizás con tu corazón perforado te has estado congregando hasta hoy.

¿Y has pasado tanto tiempo así?

“¿Y no habéis podido reparar las grietas del templo de Jehová?”

Por las grietas del corazón y el alma se fuga la unción.

Por medio de esas grietas se escapa el agua limpia de la palabra.

Por esas grietas consentidas, todo lo que recibimos de Dios viene y se va.

Por esas antiguas grietas en nuestro templo, hay cristianos de poca duración.

Los albañiles, carpinteros y canteros se encargaron de reparar las grietas del templo, en aquella época. Y ahora no debe de ser la excepción.

Pongamos manos a la obra, y hagamos obra de canteros… albañiles y carpinteros, hasta reparar todas las grietas ocultas que nos pueden hacer caer.

“Por tanto, os será este pecado como grieta que amenaza ruina, extendiéndose en una pared elevada, cuya caída viene súbita y repentinamente” (Isaías 30:13).

Esos pecados favoritos. Esos pecados ocultos. Son grietas que traerán ruina a nuestra vida de manera súbita.

Así que deja de ser albañil de otros y repara tus propias grietas.

Deja de ser carpintero de todos y repara las paredes rajadas de tu alma.

Deja de ser cantero ajeno y conviértete en cantero propio. Y repara tus grietas, antes que sea demasiado tarde.

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