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jueves, diciembre 26, 2024

El porqué de la vida

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Por: Luis Medina, Director La Prensa Cristiana

Nuestra vida es limitada, y a veces se nos escapa esa verdad innegable, irrefutable e ineludible, transitamos en modo directo y nos volvemos ajenos a la reflexión, es que sin saberlo o sin quererlo, nuestros días pueden llegar a su fin.

Nada, absolutamente nada es relevante cuando ese momento llega, pienso que es notable servir, estar para los demás, dejar huella, establecer un legado, vivir sin temores, no procrastinar, eso para preservar nuestra memoria, pero nada de esto pone freno al fin de nuestro tiempo.

Este no es un editorial fatalista, muy alejado esta de serlo ¿Por qué hablar del fin de nuestra vida nos crea temor? quizás porque en alguna medida nos aferramos a nuestra existencia ¿Es eso malo? para nada, el amor por la vida es nato, y está implícito en el ser humano, de ahí nace la importancia de cuidar nuestra salud, etc., sin embargo, posterior a ser prudentes y cuidarnos, no hay nada más que podamos hacer para prolongar nuestros días, como muy bien lo dijo el salmista: El hombre, como la hierba son sus días; Florece como la flor del campo, que pasó el viento por ella, y pereció.   

Desde hace años, en el trabajo que realizamos en el área de periodismo al servicio del evangelio, existen entrevistas en las que cerramos con una pregunta bastante profunda: Al morir ¿cómo le gustaría ser recordado? Las reacciones son diversas, desde quien en automático un par de lagrimas ruedan por sus mejillas, hasta el filósofo que comienza a interpretar como le recordarán, a mi siempre me ha parecido una buena pregunta, solo que nunca me la había hecho a mí mismo así que hoy la contestaré:

El día que Dios me llame a su presencia, si es que así sucede, quisiera ser recordado como un soñador, que le creyó a Dios por encima de las circunstancias, apostó el todo por el todo por un proyecto que a primas de primeras no tenia ninguna luz de esperanza, pero que en las manos de Dios fue catapultado para sus propósitos y su honra, como un esposo que vacío su ser en su amada esposa, y un padre lleno de ternura, que dio lo mejor porque su campeón volara alto. No me estoy despidiendo, pero me parece una puerta a la reflexión para que todos los años que Dios nos regale tengamos claro el propósito para el cual vivimos y nos mantengamos lo más apegado posible al guion que Dios dictó para nuestra vida, haciendo bien el rol que nos corresponde.

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