Por: Lic. César Augusto Meléndez
Director de capellanía universitaria
Universidad Evangélica de El Salvador
Si este día nos preguntaran ¿Qué necesitas en tu vida para ser feliz? ¿Qué responderíamos? Seguramente la mayoría de nosotros responderíamos diciendo que lo que necesitamos es tener mejores ingresos, tener una casa propia, o tener una casa más grande, o emigrar a otro país, o comprar un carro nuevo, etc.
La búsqueda de aquello que pensamos nos traerá felicidad, realización personal y plenitud, no es simple o fácil de alcanzar. Aun así, persistimos en el intento.
Los caminos equivocados, están a la orden del día. Invertimos nuestro tiempo y esfuerzo, en contestar las preguntas cruciales de la vida y nos damos cuenta de que, aunque muchas cosas nos proporcionan alegría y realización, éstas son momentáneas, hasta que nos encontramos con Jesús, quien se encargó de cambiar completamente nuestra perspectiva de la vida. Ahora sabemos que la felicidad no depende de una época del año, ni depende de si poseemos los recursos económicos para viajar o incluso si tenemos el dinero suficiente en nuestra cuenta bancaria.
Las cosas materiales no nos brindan plenitud, solo podemos estar completos en Cristo. Cuando amamos a Dios por encima de todas las cosas, permanecemos firmes aún en los momentos más difíciles de nuestras vidas, porque las cosas o circunstancias no nos sostienen, Cristo es nuestra verdadera felicidad.
El autor C.S. Lewis escribió “No dejes que tu felicidad dependa de algo que puedas perder”, para resaltar la importancia de encontrar plenitud de vida en algo estable, invariable, tan fuerte que nos de la garantía que no lo vamos a perder.
El Apóstol Pablo expresó su concepto de vida, en Filipenses 1:21, “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia”. Cristo es por quien tenemos paz para con Dios y por su victoria en la cruz, nosotros podemos tener plenitud de vida.
Es triste, pero es una realidad que muchos cristianos viven tristes y amargados porque no tienen lo que quieren, pero no reconocen ni agradecen que tiene todo lo que necesitan. Tenemos que comprender que nuestro Dios ha prometido suplir todas nuestras necesidades y tenemos que confiar que él lo hará.
El Apóstol Pedro motivó a los creyentes a concentrar su vida en Cristo, en 1 Pedro 1:8-9 NTV dijo: “Ustedes aman a Jesucristo a pesar de que nunca lo han visto. Aunque ahora no lo ven, confían en él y se gozan con una alegría gloriosa e indescriptible. La recompensa por confiar en él será la salvación de sus almas”.
Podríamos enfocar nuestra vida solamente en la búsqueda de nuestro bienestar, pero la mejor inversión que podemos hacer de la misma, es dar todo nuestro ser en glorificar a Aquel que lo dio todo por nuestro rescate. A Cristo toda gloria. El secreto de la felicidad es nuestro Señor Jesucristo. Confíe en Él y siga haciéndolo en toda circunstancia. Ahora eso ¿elimina los problemas? ¡Para nada! Pero eso dará una mejor perspectiva de la vida. En nuestras fuerzas nos frustraremos, pero recuerde: Todo lo podemos en Cristo, porque él es quien nos da las fuerzas para hacerlo.