Por: Edwin Góngora
“Dios utiliza a las personas para dar un respiro a otras que lo necesitan”.
Esta premisa solo demuestra que Dios está atento a lo que nos pueda ocurrir y es capaz de colocar en el corazón de otros la necesidad de ayudar a quienes lo requieran.
Malaquías 3,16 nos dice: “Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero”. La historia señala que, en los tiempos de este profeta, se vivía una época de irreverencia e inmoralidad y el pueblo de Israel, se había cansado y comenzado a dudar si valía la pena caminar con el Señor.
Dios ha bendecido a muchas personas para que ejecuten una labor de “asistencia “y puedan llevar su palabra hasta el último rincón de la tierra.
Sandra Harris es una misionera que ha desarrollado el Colectivo Malawi, organización que brinda ayuda a cientos de familias en la República de Malawi, que se ubica al sureste de África.
La sociedad de Malawi es predominantemente rural y está apegada a sus creencias tradicionales, una mezcla de miedo y fatalismo. Con sus casi 20 millones de habitantes buena parte de su población tiene un bajísimo nivel de desarrollo, lo que en comparación con otros países de su región y del mundo lo ubican en una de las naciones con la peor calidad de vida.
Es aquí donde Harris desarrolla su labor al llevar ayuda y la palabra de Dios.
El pastor Joel Osteen publicó esta semana en su cuenta de X el siguiente mensaje a favor del trabajo que realiza Harris: “Juntos podemos servir como las manos y los pies de Jesús a las viudas de Malawi. Esperamos que esta actualización de Sandra lo anime y le agradecemos mucho todo su apoyo. Eres una gran bendición para Malawi”.
El pastor Osteen busca sensibilizar a otras instancias y personas que se puedan sumar a la que Sandra Harris ya realiza porque siempre hacen falta manos y voluntarios para mantener la asistencia a los habitantes de Malawi.
En su página principal Harris publica que su labor se fundamenta siguiendo a Jesús y amando a Malawi.
«Todo lo que hacemos, no sólo como individuos, sino también como sociedad colectiva, señala, debe reflejar su carácter, sus caminos, sus planes y su amor por toda la humanidad».
Los sistemas, las estructuras sociales y las condiciones de vida desiguales para algunos son intolerables y desgarradores para Dios y, por lo tanto, deberían serlo para nosotros.
En su conjunto los programas y proyectos que alcanzan a mujeres, niñas y hombres a permitido desarrollar sus potenciales, además de hablarles de que Jesucristo puede trasformar sus vidas y cambiar su entorno, para que la crisis que hoy viven pueda ser en breve una zona que florezca.