Por: Lic. César Augusto Meléndez | Director de capellanía universitaria Universidad Evangélica de El Salvador.
Las personas suelen acomodarse a los términos que su sociedad les dicta. Un empleado debe alinearse a los principios de su empresa, un equipo deportivo funciona con una mística y valores, un grupo religioso se rige por principios. Si una persona no coopera, pierde su lugar en ese grupo, si no cumple con los propósitos de dicho grupo, es expulsado.
Un ciudadano que no respeta las leyes del gobierno no podrá vivir ahí. Un trabajador que no vive bajo la expectativa de su trabajo será despedido. En la sociedad y en los deportes, si las personas no se rigen por los códigos de conducta establecidos, no pueden pertenecer, pues las sociedades demandan fidelidad.
La gente se compromete, se vuelve leal, si quieren pertenecer es sorprendente lo que la gente acepta y cómo decide vivir bajo determinados criterios para encajar.
En la vida cristiana sucede algo muy peculiar: A muchas personas les gustan los privilegios de llamarse cristianos, pero no quieren vivir de acuerdo con el llamado de Cristo. Cuando una persona viene a Cristo, el estándar está claro: “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”. Mateo 16:24
El Apóstol Pablo también lo mencionó en Efesios 4:1 “Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados”. Y en los siguientes versículos nos presenta una descripción de estos estándares de vida, Dios nos pide:
1. Que vivamos con toda humildad y mansedumbre.
2. Que vivamos soportándonos con paciencia los unos a los otros en amor.
3. Que seamos solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.
Cuando entramos en el cuerpo de Cristo, nos convertimos en parte de su familia, y por lo tanto tenemos la obligación de vivir para él y vivir con sus estándares. Usted se goza de ser creyente y eso está muy bien, pero recuerde que en la práctica manifestamos el olor de su conocimiento, y que por nuestros frutos nos daremos a conocer. ¿Es usted humilde y manso? ¿Soporta con paciencia a los demás? ¿Guarda la unidad?
En el cuerpo de Cristo tenemos un estándar: La forma en la que tratamos a los demás evidencia nuestra comprensión del llamado del Señor. Recordemos que ya no vivimos para nosotros, vivimos para dar la gloria a nuestro Dios.