Por: Edwin Góngora
La situación que enfrenta Haití no es nada nueva, pero lamentablemente esta se agudiza tan profundamente que hoy por hoy lo que gobierna es la anarquía y el crimen, liderados por grupos delictivos.
Prácticamente todo ha sido tocado por el caos, un país donde más de 165 mil personas huyen ante la invasión agresiva de pandillas. Por hoy, no existe estabilidad alguna y recursos como la alimentación y el agua que ya eran difíciles de conseguir, prácticamente escasean casi en su totalidad.
Expertos aseguran que lo que hoy vive esta nación caribeña se desprende de situaciones internas en las decisiones políticas, económicas y sociales tomadas en su momento. Además, ha prevalecido la ambición del poder por la fuerza, siendo el ejercito la garantía para obtenerlo.
Haití ha sido uno de los campos misioneros más activos del mundo para los evangélicos, sobre todo los norteamericanos. En el 2020 según el Centro para el Estudio del Cristianismo Global, había unos mil setecientos misioneros profesionales en Haití, uno por cada 7 mil habitantes. La atención era tal que el número de evangélicos que viajaban por espacios breves desde los Estados Unidos hasta antes de la pandemia promediaba los 85 mil al año.
Este país fue por mucho tiempo un espacio para el retiro espiritual, vinculo que dio paso a una interesante relación del cristianismo estadounidense con la nación caribeña.
El trabajo de aquel entonces tuvo resultados y de una población de casi los 12 millones de habitantes, donde todos decían profesar el cristianismo, una cuarta parte, casi tres millones de ellos aseguraron ser evangélicos.
Pareciera mediática la situación de Haití, pero no lo es, data desde hace años y sus caldos de cultivo fueron varios como lo señalamos al principio de esta nota.
En Haití es mayoritariamente el vudú la religión que se practica, aunque también hay una minoría de católicos y protestantes. El vudú es una religión animista que se basa en la creencia en espíritus o loas que controlan la naturaleza y los elementos.
Ante la situación que hoy viven debemos colocarlos en las manos de Dios, e iniciar acciones de clamor porque sea recuperado para Cristo.
La fuerza de fe interna aún se mantiene entre los evangélicos que permanecen en el país y sus oraciones aseguran no se interrumpen para que la crisis concluya lo más pronto posible.
Como tierra de misiones Haití la palabra planteada en Jeremías 29:7 cobra fuerza “Y procurad la paz de la ciudad a la cual os hice transportar, y rogad por ella a Jehová; porque en su paz tendréis vosotros paz”.
Recuperarlo no será fácil, pues con un clima de extorsiones, cierres de iglesias y muerte largo camino espera, pero fortalecidos en lo que no dudamos Dios puede hacer.
“Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz”. Efesios 6: 14-15