Por: Luis Medina | director La Prensa Cristiana
Hace unos días en casa de mis suegros, su mascota perruna que tiene por nombre: “Skipy”, no pasaba para salir a su tan anhelada salida a la calle, esto por una barricada improvisada puesta por mi hijo que constaba de 2 garrafones vacíos, que un simple soplo era suficiente para derribarlos, pero la mascota no veía el peso, veía la barrera.
¿Cuántas veces usted y yo nos hemos detenido por barreras sin peso? No se usted, pero yo sí, debo confesar que muchas veces me he frenado por aspectos que al verlos en retrospectiva no eran más que barreras mentales impuestas, sean estas heredadas, fabricadas por otras personas que transmiten sus experiencias y valoran las circunstancias desde su óptica, sin que esto sea ley o sea la regla para el funcionamiento de la vida, o peor aún, a veces he sido esclavo de mis propias películas, que como si fuese un guionista, me imagino el peor escenario. Cuantas noches sin dormir creyendo que no hay mañana, cuantas noches creyendo que mejor debo cambiar de profesión, que no tiene importancia o relevancia el trabajo que se hace, cuantas noches creyendo que es el fin del camino, cuantas noches abrazando la soledad de sentir que la causa es incomprendida, todo lo anterior solo son bloqueos mentales.
Creo que todos tenemos esos vacíos existenciales, Elías se fue al desierto deseando morirse, David se fue a esconder a la Cueva de Adulan ¿Dónde nos escondemos usted y yo? A veces en las limitantes y nos excusamos o escudamos que no podemos por aquello que no tenemos en lugar de echar a andar aquello que si tenemos. El propósito es una arrolladora que aplana todos nuestros bloqueos mentales, y los hace desaparecer.
