Por: Edwin Góngora
Si usted tiene la facilidad de acudir a una iglesia, leer la biblia, reunirse en su casa y compartir la palabra, solo puedo decirle que debe dar gracias, porque este derecho no le es restringido y mucho menos objeto de persecución.
Sin embargo, la realidad es otra en países como Vietnam donde sus autoridades definitivamente no permiten y por ende restringen todo lo que sea vinculante a compartir el evangelio.
Sin embargo, en medio de situaciones muy grises y donde hacerlo puede costarte la vida, Dios levanta, aprueba y respalda a personas que sean luz en medio de la tiniebla para llevar su mensaje.
Es el caso de Xuan una mujer vietnamita que a decido predicar el evangelio a sabiendas que el gobierno ya lo impidió.
Al negarse renunciar a su fe, el gobierno le quito su ganado, único medio que tenía para subsistir, además de obligarla en abandonar su vivienda.
El gobierno vietnamita es temeroso de que muchas personas se convierten al cristianismo, y ello les pase factura en lo electoral y les genere pérdida de poder.
Xuan incluso no es bien vista por su esposo, y es que las mismas autoridades le presionan con quitarle los subsidios, la educación y los servicios básicos si ella no renuncia al cristianismo.
Lo único claro que Xuan dice tener es su fortaleza al asegurar estar “decidida a morir por Jesucristo”
En Vietnam existen un promedio de 9.6 millones de cristianos, de una población de 99 millones que profesan la religión Budista.
Puertas abiertas se convirtió en unas ayuda para Xuan la vietnamita; como organización no gubernamental que actúa en más de 60 países donde existe algún tipo de amenaza a la vida de los cristianos y a su libertad de creer y rendir culto a Jesucristo.
Esta organización divulga la realidad de quienes son “perseguidos” por el evangelio y denuncia situaciones como esta por medio de espacios que son publicados en diferentes plataformas en formato de podcast.
A este apoyo se ha sumado también su pastor “Luca” quien realiza una ardua tarea de predicar el evangelio.
En la mente de Xuan lo único que existe es su labor evangelizadora, por lo que desplazándose en una pequeña motocicleta, pero con mucha discrecionalidad, desarrolla una especie de discipulado al visitar las casas de quienes le han manifestado quieren conocer a Jesùs.
Xuan pide oraciones por ella y su familia, que Dios les guarde y le permita continuar compartiendo la palabra que le mostro a un Dios que sana y restaura vidas.