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sábado, mayo 4, 2024

¿Cómo reproducir el carácter de Cristo?

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Por: Edwin Góngora

Ricardo acudió hace meses atrás a una actividad convocada por una iglesia de su comunidad. Lo invitó uno de sus vecinos, quien antes allanó el camino y le habló acerca de Jesús, el sacrificio que hizo por nosotros y lo que podemos encontrar al entrar en sus caminos.

Ricardo no aceptó la invitación en un inicio, sin embargo, algo le decía por dentro que sería bueno ir y escuchar el mensaje.

La cosecha de almas durante esa campaña fue extraordinaria gracias a Dios, Ricardo junto a 30 personas más aceptaron a Cristo.

La vida en Jesús que experimentaría Ricardo iniciaba, un proceso de conocerle y consolidarse de tal manera su fe se fortalezca desde sus primeros pasos.

Y es que a diario cientos de personas en diferentes iglesias y/o actividades evangelísticas aceptan a Cristo, pero es aquí donde una labor de seguimiento inicia.

Para el Reverendo Jeremías Bolaños, Superintendente de las Asambleas de Dios en El Salvador, el trabajo por realizar le compete al liderazgo de cada iglesia, para que las estrategias que implementen permitan discipular a cada nueva alma ganada para Cristo.

“En Asambleas de Dios contamos con un programa de crecimiento espiritual que incluye múltiples estudios Bíblicos. Incluso este año 2024 lo hemos denominado el año del amor por la palabra de Dios, que pretende reforzar y mantener la lectura de la Biblia”, indica.

Ministerios como Sacudiendo las Naciones brinda apoyo a las iglesias que así lo requieran: “Hacemos llegar materiales bibliográficos y audiovisuales con el objetivo de que estas personas puedan echar raíces espirituales y ser miembros activos de las iglesias locales”, explica el Pastor Mauricio Canales.

Un consolidador debe ser alguien que ore por los nuevos, como nos lo presenta Romanos 1:9 “Porque testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu en el evangelio de su Hijo, de que sin cesar menciono a vosotros siempre en mis oraciones”. Además, debe estar dispuesto a distribuir su tiempo para compartir con ellos.

Hechos en el capítulo 16 versos del 31 al 34 explica la importancia de creer en Jesús para alcanzar la salvación.

La habilidad para realizar una excelente consolidación se adquiere en la medida que nos preparemos, y que lo hagamos constantemente.

Lo que Dios permitió al abrir el corazón de las personas lo vemos como una semilla sembrada en tierra fértil y que al cuidarla crecerá sana y fuerte que dará muchos frutos más.

Desde el pesebre hasta la cruz.

Dentro de la vida de Jesús, lo que en términos generales conocemos como humanos, como creyentes, son tres momentos puntuales: su nacimiento, parte de su preadolescencia y sus últimos tres años de ministerio tras ingresar a Jerusalén.

Si bien cada momento lo antecedió una profecía, cada etapa vivida por el hijo del hombre se relacionaba entre sí.

Los años no registrados de la vida de Jesús, si bien generan especulación es claro que se dio para la convivencia con su familia, para su desarrollo e indiscutiblemente su preparación para lo que de los 30 a los 33 años debía cumplir, previamente destinado por su padre.

Pero más que destacar lo anterior, que obviamente fue un preludio, nuestra intención es destacar que lo vivido en sus últimos días aquí en la tierra fue un gesto, una acción incomparable, pero que sigue sin ser totalmente comprendida por muchos de nosotros.

Su pasión y sufrimiento tuvo un “hermoso propósito” ¿Pues qué acción espectacular alguien más la haría al enfrentar un padecimiento con la única intención de salvar a la humanidad de sus pecados y limpiarlos con su sangre? No existe.

Jesús mostró que desde el pesebre a la cruz construiría un sin igual acontecimiento.

Enfrentarse  a los fariseos, su enojo por la invasión del templo por mercaderes, la advertencia a Pedro que le negaría tres veces, su última cena, la insistencia de que escrito estaba que moriría, pero que resucitaría al tercer día, su entrega a cargo de Judas con un beso, así como su intercambio por un delincuente, Barrabás,  que dio paso a que lo crucificaran, la corona de espinas, los latigazos, los golpes al caer por cargar la cruz, los clavos en sus manos y pies, la herida en su costado a punta de lanza,  su muerte.

Esos momentos casi fotográficos que la Biblia nos presenta marcaron el inicio de un tiempo nuevo. Y tal como lo anunció, 72 horas después se levantó de entre los muertos y se le presentó a sus discípulos, corroborando así todo el proceso por el cual fue enviado.

Fue la ruta de un sacrificio que desde entonces favorece a toda la humanidad, pues al reconocerlo como nuestro salvador nos abre la puerta a la verdad y a una nueva vida donde somos resucitados en Él, seguir sus pasos en obediencia es la mejor forma de reproducir el carácter de Cristo.

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