Por: Edwin Góngora
Aunque se quisiera, pero lamentablemente no se puede negar, estamos ante una crisis global, sin duda la más importante desde la Gran Depresión a principio de los años 30 durante el siglo pasado.
Crisis que ha puesto sobre la mesa muchas cuestiones, como los modelos de crecimiento indefinido en un mundo con recursos limitados y poder económico focalizado.
Obviamente que esto no afecta a todos, unos más, otros menos, pero siempre genera impacto alguno.
Con una realidad como esta en el ambiente y marcando muchas vidas, La Alianza Evangélica Mujer decidió denominar su congreso anual 2024 con el tema “Mujeres Cristianas en un Mundo de Crisis”.
La actividad buscó crear un tiempo de conexión, capacitación y unidad, con temas y reflexiones bíblicas que pusieron en perspectiva el papel de la mujer y por ende, su aporte.
El punto central del congreso fue la ponencia principal impartida por Geraldina de Domínguez, Directora del Ministerio de Mujeres de Iglesia Gracia sobre Gracia, quien abordó el tema desde una perspectiva bíblica, comenzando con una reflexión sobre las diferentes ideologías posmodernas que han seducido a la mujer en la actualidad y que la han sumergido en una crisis de identidad espiritual.
Esa crisis se evidencia en: divisiones internas en las iglesias, aumento de divorcios en matrimonios cristianos, falta de valores e integridad en las familias, menosprecio a la maternidad, entre otras; subrayando que la respuesta más preocupante de esta crisis es que puede llevar a las mujeres a negar su fe en Cristo y alejarse de su iglesia local.
Para ofrecer una respuesta bíblica a esa crisis y llevar un mensaje de esperanza, consuelo y seguridad, Geraldina de Domínguez se basó en las enseñanzas de Jesús a la Iglesia de Esmirna, en la carta que encontramos en Apocalipsis; la cual muestra el mensaje de Jesucristo a la iglesia en tiempos de incertidumbre, dudas, y sufrimiento..
Invitada a uno de los talleres del evento, la Rectora de la Universidad Evangélica de El Salvador, Doctora Cristina de Amaya, compartió el tema “Aprovechando bien el tiempo, el poder de tus prioridades”.
Efesios 5 versículos del 15 al 17 fue la cita con la que inició su exposición la Doctora de Amaya. “Tengan cuidado de cómo se comportan. Vivan como gente que piensa lo que hace, y no como tontos. Aprovechen cada oportunidad que tengan de hacer el bien, porque estamos viviendo tiempos muy malos. No sean tontos, sino traten de averiguar qué es lo que Dios quiere que hagan”.
La queja más común que tenemos es que “no nos alcanza el tiempo”. Pablo nos plantea el hecho de que debemos aprovechar al máximo nuestro tiempo, en el entendido de identificar qué quiere Dios para nosotros. Explicó la catedrática.
Durante su exposición compartió parte de su testimonio, al mencionar que “Dios la pasó de una vida de autosuficiencia a una vida de dependencia”.
Durante una parte de su vida asegura haber sido obsesiva y obstinada y que el único que podría cambiarla era Dios.
Afirma que desde su infancia fue edificando muchos dioses, y en el contexto de su desarrollo profesional, los logros académicos obtenidos fueron esos dioses falsos que construyó.
“El éxito para mí fue siempre ser la mejor”.
Aceptó a Cristo en 1995 por medio de una misionera Haitiana, pero afirma que aprendió más de Jesús no porque ella le hablara de él constantemente, sino por la actitud genuina que le mostró, al presentárselo con su comportamiento.
Asegura haber estudiado la carrera más difícil, la que terminó en seis años, pero buscó más y obtuvo un doctorado, además de varios diplomados y seminarios.
“Yo no digo que estudiar sea malo, pero ¿era realmente una prioridad llegar hasta allí?” se pregunta la Rectora de Amaya.
La funcionaria universitaria destacó el hecho de que cuando se toman malas decisiones, no solo se afecta a uno mismo, sino a quienes están en su entorno y aunque no lo crea, a su generación presente y futura.
Invitó a las asistentes a identificar sus prioridades, sin olvidar que Dios es la principal.
Durante el congreso se enfatizó también que, en medio de un mundo en crisis, las mujeres cristianas se deben preparar para ser una respuesta a otras mujeres, que buscan esperanza en el Evangelio de Jesús.