Quien lamentable tiene la calle como casa, puede tener a la base muchas circunstancias que se lo hayan provocado.
Son hombres y mujeres, jóvenes y hasta niños que deambulan por parques, plazas y avenidas.
Duermen debajo de un puente o en las aceras de algunos edificios. Solo unos cuantos logran alcanzar la oportunidad de resguardarse en un albergue público.
La soledad les acompaña a estas personas y muchos portan fragmentos de un pasado que no conocemos, pero que lo cargan y viven en ellos.
Sin embargo, la esperanza también camina por las calles y se encuentra con estas personas.
Esto lo demuestra la labor que cada jueves realizan miembros de Iglesia Kemuel al bendecir con alimento físico y espiritual a más de 130 personas en condición de calle.
Ellos visitan dos dormitorios públicos que se ubican en San Salvador. Mitigan el hambre de otros más que se resignan dormir en la calle por falta de espacio.
La palabra de Dios nos muestra la asistencia que debemos brindar a las personas que no tienen nada. Esto lo encontramos en Proverbios 19: 17 que dice: “A Jehová presta el que da al pobre, y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar”.
No debemos eludir la difícil y desagradable realidad de algunas personas y comprender que debemos actuar diferentes al mundo, al mejorar nuestra empatía con el prójimo.
Nos Corresponde hacer todo lo posible para ayudar a las personas sin hogar, confiados que al hacerlo agradamos a Dios. Lucas 14: 13-14 “Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos; y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos”.
Bendecimos a quienes con tanta dedicación hacen posible esta labor, Dios se los retribuya con abundancia.
Reconocemos que quienes lo hacen son una generación especial, pues ellos aseguran ser levantados por Dios para mostrar su amor a otros.