Por: Pr. Pai Otoniel Alvarado| Iglesia: Lirios del Valle Central
Aquellos que no aprovechan las oportunidades, ven la puerta abierta y no entran, tienen las llaves y no las ocupan, están dotados de talentos y habilidades, pero se mueren sin que el mundo los hubiera visto brillar.
Así que hoy es importante, sé un buen observador para saber identificar las oportunidades que otros no ven. Aliméntate de los desafíos cada día, mientras otros les huyen. Prepárate, porque cuando vengan las oportunidades, tendrás que adueñarte de ellas.
Debes de apresurarte a actuar, cuando llegue el momento oportuno.
Las oportunidades vienen y se van, así que tendrás que reaccionar con urgencia.
Recuerda que el momento oportuno, es aquel que aparece, cuando menos lo estabas esperando.
¿Cuántas personas en el mundo, no han sabido aprovechar las oportunidades que Dios les ha regalado? Por eso caminan por la vida pidiendo otra oportunidad.
En ocasiones las oportunidades vendrán de forma inoportuna. Inoportuna para los que no se preparan para provecharlas.
Dios te prepara para grandes oportunidades. Cada dolor, cada pausa, cada ausencia y cada tragedia, nos prepara para la siguiente oportunidad.
Porque las necesidades generan oportunidades, las emergencias generan oportunidades e incluso los fracasos y las perdidas generan oportunidades.
Las oportunidades no son las personas pidiéndote que actúes, ni es el mundo paralizándose para que llegues. Las oportunidades son estrellas fugaces que nos conducen a un universo mayor.
Todos vemos con malos ojos a la gente oportunista. Pero oportunista es aquel, que busca y ve oportunidades en todos los ángulos. Y claro; los que no reaccionan a tiempo para aprovecharlas se enfadan. Y mientras pasa el tiempo, ven con amargura el avance de los que decidieron correr, cuando ellos prefirieron quedarse sentados.
Así de simple se resume el tema, unos deciden, mientras que otros prefieren.
Debemos de entender que no siempre nuestras preferencias son las decisiones correctas.
En ocasiones los desafíos no serán preferenciales, sino lo suficientemente incomodos, para extraer de nosotros, la mejor versión.
Muchas veces hemos reflexionado mientras imaginamos, el lamento de las almas en el infierno suplicando otra oportunidad. Mientras que los que aún tienen la oportunidad de cambiar su destino, desperdician su boleto celestial con pecados favoritos.
Incluso nosotros los salvos, ignoramos que la vida que tenemos es una oportunidad, para cumplir nuestro llamado y el propósito de Dios en nosotros.
Despertemos a la realidad de la oportunidad divina para nuestras vidas. Y sirvamos, amemos, congreguemos, perdonemos, ayudemos a otros y marquemos la diferencia en todo. No sea que la vida se termine, y nos vallamos añorando, otra oportunidad.
“Dijo también esta parábola: Tenía un hombre una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló. Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra? Él entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone. Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después.” Lucas 13:6-9.
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