Por el Pastor: Pai Otoniel Alvarado| Iglesia: Lirios del Valle Central
No hay nada más frustrante que golpear al aire, O irse en falso como decimos la mayoría…
Y es que un golpe deficiente, y carente de eficacia, causa muchas perdidas.
Primeramente, el desgaste de fuerzas en vano, segundo la burla de los que vieron el error, y tercero el avance del contrincante con el que se está en competición.
Todos se ríen, al ver a un futbolista lanzar su pie a la nada…
Está garantizada la paliza para el boxeador vagabundo que no conecta bien sus ganchos. Y está segura la muerte para aquel que, sin saber nadar lanza patadas, hundiéndose más y más, sin usar sus pocas fuerzas para salvar su vida.
Es por eso que debes de saber lanzar golpes efectivos.
No inviertas tiempo, dinero y fuerzas en lo que al final no será fructífero.
No agites tu corazón, ni pierdas tu concentración, al ver el enjambre de movimientos que hacen tus competidores.
Más vale que alistes tu mejor golpe,
Si vas a golpear, golpea bien.
Si vas a intentar algo invierte el cien por ciento de ti, no te reserves nada.
Y si te has propuesto ganar limpiamente, es mejor que des golpes efectivos.
PERO HAY UN GRAN DETALLE:
Según la porción bíblica que leímos al inicio, los golpes más efectivos son los que nos damos a sí mismos…
Y eso equivale a poner en servidumbre nuestra vida a los pies de Cristo.
Esos golpes, son los golpes más efectivos que podemos conectar. Someternos con violencia al servicio de Dios, obligándonos a obedecer todos sus preceptos, mandamientos y comisiones, es la tarea más eficaz que podemos realizar en nuestra carrera cristiana.
Así que todos los golpes y esfuerzos que hagamos sin someternos al señorío de Cristo, son golpes al aire. Y no tienen nada de ganancia.
Correr en dirección egoísta, es correr a la aventura.
Pelear con críticas que condenan a otros, es golpear al aire.
Y ser un heraldo de Dios, sin forzarnos a estar bajo su señorío, nos descalificará de la carrera, tarde o temprano.
¿Quién es capaz de golpearse a sí mismo, para someterse al señorío de Cristo?
¿Quién tiene el suficiente valor de golpear su propio cuerpo, para servir a Dios?
¿Acaso hay alguien completamente decidido a sacrificar sus comodidades, gustos, y placeres carnales, para ser un siervo del Señor?
Solamente uno.
Solamente aquel que desea en su vida, dar golpes efectivos.
Golpes que lo llevaran a una vida eterna de gozo.
Golpes que se sufren en cuerpo, pero que se gozaran al escuchar “Buen siervo fiel, en lo poco me fuiste fiel, sobre mucho te pondré, entra en el gozo de tu señor.”
Recalco; hacer a Cristo nuestro señor, requiere algo más que oraciones ocasionales, y visitas esporádicas a la iglesia. Para hacerlo nuestro señor, necesitamos conectar golpes efectivos a nosotros mismos. Y no hay golpes más efectivos, que golpear y castigar las obras de la carne.
“Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que, habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.” 1 Corintios 9:26, 27.