Por el Pastor: Pai Otoniel Alvarado | Iglesia: Lirios del Valle Central
Los arpistas de Israel, fueron llevados cautivos, junto con los que sobrevivieron a las muchas guerras que dejaron devastada la ciudad.
Allí, junto a los ríos de babilonia, todos aquellos adoradores: Colgaron sus arpas…
Así que ya no más cantarían, ya nunca volverían a tocar melodías de victoria. Ya se había acabado todo para ellos.
De los sauces frondosos y verdes colgaban sus arpas. Mientras que sus enemigos se acercaban a ellos para decirles: ¡Canten! aquellos salmos que cantaban hechos por su antiguo rey David… ¡Jajaja! (se burlaban de ellos sus opresores)
Mientras alzaban sus ojos para ver colgadas sus arpas.
Pero de repente los vientos soplaban, y hacían sonar aquellas arpas al columpiarse de un lado a otro. Claro… no sonaban tan bien, como cuando los hijos de Israel las tocaban, pero sus sonidos les recordaban, que mientras ellos lloraban, los sauces aun sostenían sus arpas, esperando que las volvieran a tocar otra vez.
Amigo: No cuelgues tu arpa.
hay melodías que solo tú puedes producir. No renuncies a tu fe, a tu alabanza, a tu propósito y a tu llamado. Ponte de pie ahora, y comienza a hacer lo que solo tú sabes hacer, y diles a todos que no colgaras tu arpa.
Los sauces te predican
Los adoradores que colgaron sus arpas en los sauces, reservaron un poco de esperanza para volver a tocar.
Como regla general, todo arpista sabe que la única forma que un arpa ya no sirva es que se quiebre. Se dice que un arpa quebrada jamás podrá volver a sonar bien. Un arpa remendada, no se podrá afinar bien; dará notas inciertas y constantemente echará a perder sus cuerdas.
Por eso cuando se deja de usar se cuelga; para que un día alguien la vuelva a tocar. Significa que los que colgaron sus arpas, esperaban un día no muy lejano, descolgarlas y volver a cantar sus mejores canciones. Ellos no tenían arpas quebradas, solo colgadas. Tu arpa no está quebrada. Tu propósito no se ha cancelado. Tu llamado no ha caducado. Solo está colgado de un sauce.
Y ese sauce te predica hoy, y te anima a que descuelgues de él, lo que has abandonado.
El sauce de tu propósito de te dice: “Mientras has llorado, sufrido y lamentado. Yo he sostenido tus arpas. Pero ya es tiempo que te subas, y desates las cuerdas para volver a entonar tus mejores melodías”.
Así es querido amigo, súbete al sauce, pero no al sicomoro. Descuelga tu arpa y baja a tocar. No te demores, porque Cristo te dice: “Vamos a casa” nuestro lugar de adoración.
No busques entre sicomoros, lo que solo hallaras en los sauces…
Los sicomoros son las cosas que haces para remplazar la ausencia de tu propósito divino. Pero tu sauce soy yo… “Jesucristo, la vid verdadera, el que ha sostenido todo este tiempo tus arpas abandonadas… Ven a mí y Recupera el arpa que colgaste.”
(Meditacion basada en Salmos 137, Leelo)
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