Por el Pastor: Pai Otoniel Alvarado|
Iglesia: Lirios del Valle Central
« He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará.»
Lucas 10:19
La luciérnaga volaba lo más rápido que podía, mientras esquivaba los amenazantes movimientos de una extraña serpiente que quería acabar con ella. Mientras se movía a la derecha y a la izquierda en zigzags, para salvar su vida, pensaba en cuan rara y extraña era esa noche. Y aún más la serpiente que la atacaba. Por semanas había iluminado aquel jardín con su mágica luz de color verde, sin ningún problema. Pero esa noche podría ser la última para ella. Cuando ya estaba cansándose de esquivar la constante lucha, le pregunto a la serpiente ¿Por qué la perseguía, y porque se la quería comer si ella no pertenecía a su cadena alimenticia? La serpiente le contestó: “No te quiero comer, yo no tengo hambre. Lo único que quiero es apagarte… tu luz me molesta tanto; ya que, al llegar la noche, la familia real se asoma al balcón para verte brillar en el jardín del palacio, mientras que, a mí, hasta me han querido matar al verme. No soporto verte brillar.” le dijo aquella venenosa y envidiosa serpiente.
Querido soñador: Estás rodeado de serpientes envidiosas que aborrecen tu luz, y desean verte apagado. Pero, con Dios eres inalcanzable. Él te dio alas para volar. Por más que las serpientes quieran apagarte no lo harán. Pero debes de aprender a esquivar las mortales intenciones de los que te desmotivan, y permanecer brillando hasta tu ultimo día. Y nunca olvides, que la vida es una guerra entre luciérnagas y serpientes.
Hace mucho tiempo, entre las arenas candentes del desierto, surgían miles de serpientes venenosas, dispuestas a morder a todos los que las rodeaban.
Dios le dijo a moisés, que levantara una serpiente de bronce, para que los hijos de Israel al ser mordidos, miraran rápidamente aquel monumento de fe, y evitar que el veneno inyectado por las serpientes los matara.
Así mismo, es necesario que el hijo del hombre sea levantado. Para que todo aquel, mordido por las serpientes del desierto, pongan su mirada en el único doctor y en su única medicina la cual es la sangre de Jesucristo vertida en la cúspide de aquel monte antiguo, impregnada en la madera de la cruz.
No importan cuantas serpientes te rodeen, o te muerdan con el deseo de verte caer bajo los efectos de sus venenos.
Él siempre estará allí, sanando tus enfermedades y dolores, en cualquier área de tu vida.
Así que, no te dejes vencer por las amenazas o mordeduras ponzoñosas de las burlas o críticas. Recuerda que el ADN de Jesús te hará más que vencedor, dándote la suficiente inmunidad, ante el veneno de las serpientes en la arena.
Ahora bien, Jesucristo después de haber sido bautizado, y presentado como el mesías y salvador del mundo, el espíritu lo llevo al desierto para ser probado. La aventura mesiánica comenzó, y durante 40 días y 40 noches no comió, dedicando y consagrando su ministerio terrenal, no solamente para ser probado sino también aprobado. El evangelio de marcos relata un detalle que no se registra en ningún otro libro el cual es, que, durante sus días en soledad, era tentado por satanás y a la vez estaba rodeado de las fieras del desierto. Así es mi hermano, Jesús estuvo entre fieras rapases y muy poco se menciona ese milagro. El no solo venció las tentaciones y al tentador, sino a esas fieras indescriptibles y ocultas en el registro bíblico. Quizá David no fue el único que peleó con osos y leones antes de iniciar su reinado. Sino también nuestro salvador Jesucristo. Él venció toda especie de fieras en el solitario desierto, fieras espirituales, emocionales y físicas. Aunque no se habla de esos fantasmas, ni se mencionan las luchas cuerpo a cuerpo que libró el heredero del trono antes de coronarse como Rey.
Quizá te encuentres solo, quizá siendo tentado o probado. Pero Dios está contigo, por medio de su santo espíritu vencerás a los fantasmas del desierto, sean fieras o sean adversarios, sean espejismos o sombras.
Recuerda que las cosas que ocurren en tu vida, no solo suceden para probarte sino también para aprobarte. Y sobre todas las cosas nunca olvides que Jesucristo estará contigo en los verdes pastos, como también en los
desiertos solitarios.
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