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viernes, diciembre 5, 2025

Mujer, no te condeno

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Basado en Juan 8:1-11

¿Qué hacemos cuando alguien cae?

¿Lo ayudamos a levantarse o lo sepultamos con juicio?

Hay decisiones equivocadas que nos llevan a momentos oscuros. Pero también hay errores que otros no perdonan, aunque Dios ya haya ofrecido restauración. La condena humana puede ser más dura que el mismo pecado. Muchos han sido sepultados en vida por palabras, miradas, juicios… sin compasión, sin oportunidad.

La mujer sorprendida en adulterio fue expuesta públicamente. No pidió audiencia. No hubo defensa. Fue usada como un ejemplo de escándalo religioso, mientras los que la acusaban escondían sus propios pecados bajo una falsa espiritualidad.

Pero Jesús la vio. No solo con sus ojos, sino con su corazón. No ignoró su pecado, pero tampoco la trató como un objeto sin valor. No se sumó a la multitud. Se inclinó, escribió en el suelo y confrontó a los acusadores:

“El que esté libre de pecado, que lance la primera piedra.”

Uno a uno se fueron. La dejaron sola. Solo Jesús permaneció. Y le habló con ternura y verdad:

“¿Dónde están los que te acusan? ¿Ninguno te condenó? Tampoco yo te condeno. Vete, y no peques más.”

Jesús no justificó el pecado, pero ofreció perdón y restauración.

Él sigue haciendo lo mismo hoy. Aun si tus decisiones te alejaron, aun si otros no te dieron otra oportunidad, Jesús sí lo hace. Él te cubre con gracia, te levanta con amor y te dirige con firmeza: deja atrás el pasado.

Mujer, no estás sola. Dios no ha terminado contigo.

“Tampoco yo te condeno. Vete, y no peques más.”

—Juan 8:11

Emma de Cuéllar

Tomando Mi Nación Mujer

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