Por el Pastor: Pai Otoniel Alvarado|
Iglesia: Lirios del Valle Central
Ya me cansé de mí
¿Cuántas veces hemos invertido esta frase, dedicándola a alguien?
Y hemos dicho: ¡Ya me cansé de ti!
Quizá en voz baja, o en lo oculto del pensamiento. Nos hemos obstinado de alguien, hasta gritarle en la cara: ¡Ya me cansé de ti!
O Quizá, quejándonos con alguien, hemos dicho: ¡Ya me cansé de él o de ella! ¡Ya no lo soporto! ¡No quisiera ni verla! ¡Me cansé de ellos! ¡Me canse de todos! Etc.
¿Pero cuando vamos a decir: ¡Ya me cansé de mí!?
¡Quiero ser como Cristo! …
¡Ya no quiero ser como soy! ¡Ya no quiero hablar como hablo! ¡Deseo iniciar una transformación profunda en mi vida!
«Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia;
Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.
2 lávame más y más de mi maldad,
Y límpiame de mi pecado.
3 porque yo reconozco mis rebeliones,
Y mi pecado está siempre delante de mí.
4 contra ti, contra ti solo he pecado,
Y he hecho lo malo delante de tus ojos…»
Salmos 51:1-4
En pocas palabras, el rey David dijo:
“Ya me cansé de mi”
Y no existe forma de descansar de uno mismo, que arrepintiéndose de todos los pecados ante Dios.
Lastimosamente el enemigo, engaña a muchos, haciéndoles pensar que la única manera para descansar de sí mismos es suicidándose…
Y a diario resuena en su mente pensamientos como: “Ya no aguanto mi vida; estoy cansado de todo; quisiera dormir y nunca despertar; no le encuentro sentido a los estudios, a la familia, a la vida, a la iglesia, a los paseos etc. Y no sé… no hay nada me alegra. Si me quito la vida dejare de sufrir.”
Cansarnos de sí mismos, no significa desear la muerte. Significa disponer el corazón para ser transformado a profundidad.
Crucificar el ego, para poder reconocer con responsabilidad, que nadie tiene la culpa de los acontecimientos que sufrimos, sino que, en su mayoría de veces, las sufrimos por nuestras propias decisiones. Y en otros casos por nuestra incapacidad de resolver conflictos con un carácter obstinado, embriagado de amargura y tercos razonamientos.
Y es que el que se resiste a cambiar, sufre el doble.
Los que bloquean su sensibilidad, terminan aislados y solos.
Y la biblia lo explica mejor:
“El hombre que reprendido endurece la cerviz,
De repente será quebrantado, y no habrá para él medicina.” Proverbios 29:1
¿Qué hay de vergonzoso reconocer que no solos prefectos?
¿Qué de malo hay, en renunciar a sí mismos, para que ya no vivíamos a nuestra manera, sino que Cristo viva en nosotros?
¿Qué perderíamos al poner nuestros rostros en el suelo, mientras suplicamos a Dios, librarnos de este cuerpo de muerte?
Cansarnos de sí mismos, es más sano que cansarnos de los demás.
Reparar nuestras propias grietas, es más importante que señalar los defectos ajenos.
Y eso solo se logra con la ayuda del Espíritu Santo. Ya que él es quien nos convence de nuestros propios pecados, para que nos acerquemos al abogado de nuestras almas.
Solo con la santa asistencia del consolador, podemos decir “Ya me cansé de mi” y ahora elijo vivir bajo la influencia total del reinado de Jesucristo en mi vida.
[Para más reflexiones, visita nuestro canal en YouTube: Pai Otoniel Alvarado o Contáctanos al 503- 7142-2613]