POR JULY DE SOSA
Recientemente tuve la oportunidad de conversar con el chofer del Taxi, en el que me conducía muy temprano en la mañana. La conversación giraba en la crisis de violencia que sufre nuestro amado país de el Salvador. Él hombre decía que esa maldad es producto de la mala crianza de las madres, y de la ausencia de los padres en el hogar. Me pareció que su apreciación era muy ligera y carecía del conocimiento de la verdadera raíz de la violencia en el ser humano. La biblia dice: El que es bueno, de la bondad que atesora en el corazón produce el bien; pero el que es malo, de su maldad produce el mal, porque de lo que abunda en el corazón habla la boca.(Lucas 6:45 NVI)
Sí, bien es cierto que hay situaciones que pueden llegar a tener el poder de marcar nuestra vida y producir cambios en ella; también es cierto que somos nosotros los que aceptamos o rechazamos esas marcas.
Es claro que lo que atesoramos en nuestro corazón será la fuente de nuestras palabras, y hechos; estas pueden ser palabras de bendición, ó palabras de maldición. En lo personal creo que cualquier cosa que nos produjo, ó produce dolor, amargura, desanimo, ó frustración. No debería de ser atesorado en el corazón; porque no podremos mantenerlo oculto por mucho tiempo ese veneno tarde o temprano saldrá en forma de palabras llenas de violencia, y hechos lamentables. Sí, por el contrario lo que atesoramos en nuestros corazones es el perdón, la bondad, benignidad, y amor. Eso endulzará las palabras en nuestra boca, y activará un ambiente de paz en nuestro entorno.
Ciertamente vivimos días difíciles pero nosotros tenemos el poder de cambiar esa cruel realidad, y no necesitamos ocupar un cargo de gobierno, o estar inscritos en las filas de un partido político. Lo que necesitamos es depurar el veneno que se fragmenta en nuestro corazón y esforzarnos por cumplir el segundo mandamiento que encierra todos los demás…”Amaras a tu prójimo como a ti mismo”
No olvidemos que es nuestra exclusiva responsabilidad, todo aquello que atesoramos en nuestros corazones, y de la miel, ó veneno que destilan nuestros labios.
¡Feliz y dulce semana!