Basado en 1 Reyes 17:8-16
¿Cuántas veces has sentido que llegaste al límite?
La vida a veces nos deja atrapadas en un túnel oscuro donde no vemos la luz. Nos sentimos sin salida, cargadas de problemas que parecen imposibles de resolver. Lloramos humanamente, buscando soluciones con nuestras fuerzas, pero lo único que hallamos es cansancio y desánimo. Sin embargo, aun en esa oscuridad, Dios sigue presente. Él no abandona.
La viuda de Sarepta lo vivió. Era una mujer pobre, en medio de una sequía mortal, recogiendo leña para preparar la última comida con su hijo. Todo indicaba un final sin esperanza. En ese momento apareció el profeta Elías con una palabra de Dios: “Primero hazme a mí un pan pequeño, porque así ha dicho Jehová: la harina de la tinaja no escaseará ni el aceite de la vasija disminuirá” (1 Reyes 17:13-14).
Obedecer parecía ilógico. ¿Cómo dar lo poco que tenía y aún así esperar un milagro? Pero ella eligió confiar y actuar en fe. Y entonces ocurrió lo inesperado: la harina y el aceite nunca se acabaron. Dios mostró que, aun en los escenarios más difíciles, Él permanece fiel, sostiene y abre caminos donde no los hay.
Hoy muchas de nosotras nos sentimos igual: atrapadas en deudas, luchando con enfermedades, enfrentando pérdidas o viendo puertas cerradas. Lloramos en silencio, creyendo que nadie ve nuestro dolor. Pero Dios sí lo ve. Él escucha nuestro clamor y nos recuerda que sus promesas son más grandes que cualquier crisis.
Él sigue multiplicando lo poco, trayendo esperanza donde había derrota y levantando nuestra fe para caminar en victoria.
Hoy el Señor te dice: no estás sola. Obedece, confía y cree, porque, así como estuvo con la viuda de Sarepta, también está contigo.
“Jehová es mi pastor, nada me faltará.” —Salmo 23:1
Tomando Mi Nación Mujer 🇸🇻
Emma de Cuéllar