Para Jesús la familia es importante, pero cada familia es única en todas sus formas de funcionar. Cuando Dios es el centro de un matrimonio, se debe procurar un ambiente de vida y amor en el hogar, como el modelo que Dios dejó a sus hijos en la tierra. Y para ello es substancial que se viva el evangelio y dar ese ejemplo a los hijos, para que vean no solamente a unos padres cristianos, sino una guía.
“Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”. Proverbios 22:6
La mejor etapa en que se les puede inspirar a nuestros hijos con buenos ejemplos, es desde pequeños, pues está comprobado el niño graba en su memoria lo que se le enseña en sus primeros años de vida.
Orar en familia: inculcarles desde pequeños a los niños, lo dichoso que resulta orar. Mencionarles el poder que la oración tiene, pues es bueno que sepan que Dios escucha a todos sus hijos cuando se le habla con la verdad, porque es Él quien conoce nuestro corazón.
Ser agradecidos: enseñarle a nuestra familia que el decir “gracias” lo cambia todo, que ante cualquier persona que les ayude en cualquier situación, se debe agradecer por lo que hacen por nosotros. Y sobre todo, agradecerle a Dios por lo bueno que es.
Ser unidos: como familia puedan comunicarse entre sí, saber que sucede en la vida de los integrantes de toda la familia y ayudarse mutuamente; siendo así que todos sienta un respaldo entre los suyos.
Practicar valores: enseñarles desde muy temprana edad a nuestros hijos los valores que se deben practicar durante toda la vida. De igual forma, independientemente la edad en la que se encuentren, recordarles que ante la sociedad tienen que dar el buen ejemplo que en su hogar se les inculcó.