Por: July de Sosa
Entregar el 10% de nuestro salario para las necesidades de un ministerio cristiano en especial al que asistimos, es una orden para todos los creyentes en el Dios verdadero padre de Jesús, nuestro salvador y por medio de quien nos llamamos cristianos. Dios desde el comienzo dio lineamientos a su pueblo escogido en cuanto a su comportamiento delante de él. Y entre esas directrices permanece dar el diezmo. Pero como antes lo mencione esto es una orden para los “creyentes” que tiene que ver con obediencia, y trae con ella una promesa. Este tema es motivo de críticas, pleitos y divisiones, entre las personas que ignoran que es una orden de Dios.
Escuche a alguien decir que lo último que se convierte cuando venimos a los pies de Cristo es “nuestra cartera” de ser cierto, se debe a que muchos deciden pasar por alto este mandato; e ignorar la promesa que hay por cumplirlo. Dios dejo escrita su palabra para que nos guíe y aclare temas que podrían resultar difícil de entender el “diezmo” es uno de ellos. Cuando por cualquier motivo no cumplimos en entregarlo desobedecemos al mandamiento que dice: No robaras. En el libro de Malaquías 3: 8-9 se nos enseña que cuando no diezmamos “robamos” porque nos quedamos con algo que no, nos corresponde. Ese acto de desobediencia tiene como efecto privarnos de la promesa que existe para quienes fielmente entregan su diezmo. Dios mismos abrirá las ventanas de los cielos y derramará hasta que sobre y abunde además de reprender al devorador por nosotros. Malaquías 3:10. Esta promesa revela con total claridad ¿Qué pasa con el diezmo que no entregamos? Este dinero que nos robamos, lo gastamos en enfermedades, y en gastos imprevistos, entre otros. Ya que si no diezmamos Dios no reprende al devorador y entonces este, procura nuestro mal, y sabe que tocar nuestras finanzas es un camino seguro para tener éxito en su cometido. Puesto que muchos cristianos en medio de escases económica se enojan con Dios, eso es precisamente lo que satanás desea “enemistarnos con Dios”. Yo no estoy diciendo que al entregar el diezmo nunca, gastaremos dinero en medicamentos, o que no tendremos alguna necesidad imprevista. Eso es parte del planeta tierra que habitamos, aquí tanto creyentes como no creyentes enfrentamos diferentes retos. Lo que estoy diciendo es que la promesa de Dios es maravillosa para nuestra obediencia de dar el diezmo, conscientes, que Dios no necesita nuestro dinero, ya que él, es dueño de la plata y del oro. Lo que necesita es mi obediencia. Y para los creyentes cumplir con esta orden garantiza nuestras finanzas. Esa es la razón por la que Satanás mete pensamientos equivocados respecto a este tema tales como: ¿A dónde irá a parar mi dinero? ¿Servirá para solventar los gastos de la iglesia, o los gastos del pastor, o quienes lo reciben? “entre otros” esos pensamientos negativos nos mantienen alejados de la promesa de Dios y de nuestra solvencia económica. Para esto existe solo una respuesta: Yo daré mi diezmo para no robarle a Dios, y para que su promesa se cumpla en mí. Eso es lo que él, demanda de mí. Y es problema de quien lo recibe si lo mal gasta dándole un uso inadecuado; porque escrito esta en aquel día este será juzgado.
Asegúrese usted, si está teniendo salida de dinero en gastos inesperados, en enfermedades, o cualquier tipo de desgaste económico, que la causa de eso no sea su falta de diezmo. Sí es así, póngase a cuentas con Dios, renuncie a quedarse con lo que a él, le pertenece. Y entregue su diezmo, pero no olvide que lo debe de hacer con un corazón agradecido, no por tristeza ni por necesidad porque Dios ama al dador alegre.
2 Corintios 9:7.