POR JULY DE SOSA
Ciertamente todos hemos experimentado tiempos en los cuales deseamos “ayudarle a Dios” a cumplir su propósito en nosotros, y en ese afán quienes han osado hacerlo sin duda se equivocaron y retrasaron el tiempo de su bendición. Tal como fue el caso de Sara y Abraham, que luego de un tiempo de esperar que la promesa de Dios, de ser padres se cumpliera, Sara pensó que esta, estaba tardando mucho y tuvo según ella “una genial idea” para “ayudarle a Dios” la pareja puesta de acuerdo decidieron buscar a ese hijo por medio de su sierva Agar, cuando el tiempo de Dios llego ellos, tuvieron como resultado de su osadía, a dos hijos que representarían naciones divididas, por parte de Ismael hijo de la sierva Agar, y de Isaac hijo de Sara y cumplimiento de la promesa de Dios, que da lugar a la raza judía que fue el pueblo escogido por Dios. Esa travesía de Sara y falta de discernimiento de Abraham, continua hasta el día de hoy pasando su factura en el conflicto del Medio Oriente.
La palabra de Dios revelada en las sagradas escrituras afirma su poder, amor y cuidado para con nosotros, aun en tiempo de crisis. Conocer acerca de esto es importante, puesto que nos hace descansar y confiar, que Dios tiene todo bajo su control y en su tiempo, que no es tiempo cronológico, veremos el cumplimiento de sus promesas, “presentes en aquellos que crean y esperen confiadamente”. Entre los pasajes que revelan que Dios tiene ya un camino trazado para cada uno están: Jeremías 29 11…Yo se los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de bien y no de mal, para daros el fin que esperáis.
Isaías 55:8-9. Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dice Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.
Pasajes como estos revelan que, aunque Dios a nuestro parecer tarde, él hará.
Si, Sara y Abraham sumados a todos los que en un momento de desesperación han desarrollado un plan que a su juicio es mejor que el de Dios, hubieran abonado el fruto de la paciencia, sin lugar a dudas los resultados hubiesen sido de bendición y crecimiento espiritual. Puesto que es impresionante como el ejercicio de la paciencia, enriquece nuestra comunión con Dios, al mismo tiempo que forma carácter en nuestra nueva identidad de cristianos.
No debemos pasar por alto, que los estudios revelan que entre las cosas que nos disgusta hacer encabeza “el compás de espera” basta con salir de nuestra casa para comenzar a ver testimonios vivos delante de nuestros ojos del caos que genera la impaciencia, en el tráfico, filas en supermercados, agencias bancarias, consultorios, estos por mencionar algunos de los detonantes de nuestra impaciencia en los tiempos de espera. Sirva lo anterior para percatarnos, que en la misma medida nos impacientamos cuando de esperar en Dios se trata. Quiero animarle a que cuando usted se encuentre esperando la respuesta del auxilio de Dios tome aliento y hable a su alma como lo hacía David diciendo: ¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío. (Salmo 42:11)
¡Paz y bien para todos!