POR JULY DE SOSA
Bienaventurados todos los que llegamos a mitad del calendario 2017. Independientemente de las circunstancias en las que estamos, y las batallas que libremos; es bueno saber que el tiempo para nosotros sigue su marcha. Y mientras el transcurre todos, tenemos metas por alcanzar profesionales, familiares, y espirituales.
Al igual que nosotros, Dios tiene metas con cada uno y un plan majestuosamente, diseñado al cual no, renunciará hasta ver su obra terminada. Filipenses 1:6
Cinco meses han pasado ya, desde que muchos escribimos nuestras metas a cumplir durante los 365 días, que teníamos por delante. También hubo otros, que se abstuvieron de trazar metas y marcar desafíos. Por temor a no cumplirlos, por la incertidumbre de lo por venir. Lo cierto es que la Biblia declara que tenemos la mente de Dios. Y si él, tiene un plan para con cada uno, nosotros también debemos de tener una meta hacia donde llegar después de cada esfuerzo gastado. Considero importante hacer un alto en esta etapa del año y revisar lo alcanzado versus lo que nos falta por alcanzar, dentro de lo programado en nuestra agenda. Creo que lo más importante a evaluar, es nuestra relación de intimidad con nuestro Señor y Salvador. Siendo que es él, quien nos da la victoria en todo, porque sin él, nada podemos hacer. Para muchos seguir a Cristo es un rito, y para otros un hábito. Es bueno evaluar a que grupo pertenecemos.
Hábito: Lo que hacemos y trae complacencia a nosotros, y cuando no lo hacemos sentimos la urgencia de retomarlo.
Rito: Lo que hacemos por religión “costumbre” y al dejarlo de hacer, no hace falta sino más bien, llena de culpa, como: Asistir a la iglesia, orar poniendo el día en sus manos, o estudiar la biblia.
Si estamos haciendo de nuestra relación con Dios un ritual, pronto nos aburriremos y más, si no vemos nuestras peticiones contestadas; eso nos afanará, y Dios dice: Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego con acciones de gracias. (Filipenses 4:6)
El afán o la incertidumbre, que puede provocar nuestro entorno. Puede llegar a Interferir con nuestras metas, provocando dejar de dar la lucha, que a diario es necesario librar, y desanimándonos en nuestra decisión de caminar confiando en Dios, y en nuestro esfuerzo. Sí en este día, tu sientes que no lo lograras, te animo a que cambies tu punto de vista, y sacudas, el apocamiento en ti, si permaneces allí, eso te persuadirá a mantener la mirada hacia atrás, y no, hacia adelante que es donde te espera tú meta.
No es lo mismo, decir “termino el día y no logre lo que esperaba” a decir ¡No, lo logre ahora pero mañana lo haré! Y si mañana no lo logro, seguiré dando mi mejor pelea hasta lograrlo. Porque aquel que hizo los cielos y la tierra, está de mi lado abriendo camino para mí. Eso es lo único que Dios demanda de nosotros, nuestro intento y nuestra medida de fe para lograrlo.
No olvide que con Dios somos más que vencedores y que desde el momento mismo de la creación ÉL, dispuso hacernos a su imagen y a su semejanza. Del mismo modo que para Dios “no hay nada imposible”. También para nosotros no lo hay, porque
¡Todo lo podemos en Cristo que nos fortalece!
Revise sus metas este día, y renueve sus fuerzas en las promesas de Dios para seguir avanzando hacia ellas. ¡No se detenga! los mejores meses están hacia adelante.
¡Felices meses por venir!