Mario Vega, Pastor General Misión Cristiana ELIM
El 31 de octubre del presente año se celebrará el Quinto Centenario de la Reforma Protestante, la cual fue un proceso en el que participaron diversos actores, hechos y conmociones políticas.
En ese proceso tan diverso y dinámico es muy difícil seleccionar una fecha específica que pueda designarse como clave y representativa del movimiento reformador. No obstante, de manera tradicional, se menciona el 31 de octubre de 1517 como el punto de partida de la Reforma por ser la fecha cuando Martín Lutero colocó sus 95 tesis en la puerta de la capilla de Wittemberg para convocar a un debate teológico en torno al tema de las indulgencias. La acción en sí no poseyó el dramatismo que con frecuencia hoy se la reviste. El clavar anuncios en la puerta de la capilla era la manera usual de la época para invitar a actividades artísticas, culturales o religiosas, como lo fue en el caso del anuncio de Lutero. Éste estaba muy lejos de pensar en ese momento en una Reforma de la Iglesia. Serían los eventos posteriores los que reformarían a Lutero y éste a la Iglesia.
Los temas centrales de la Reforma no comenzaron ni se agotaron con Lutero, aunque fue, sin duda, uno de los actores fundamentales. Las raíces se ubican mucho tiempo atrás por medio de distintas personas, movimientos e iniciativas. También se debe añadir que la Reforma no fue tarea solitaria de Lutero; en su obra fueron decisivos Lucas Cranach el Viejo y Felipe Melanchton, nombres desconocidos excepto para los especialistas e historiadores.
La gran popularidad de Lutero se desprende de su genio, su pasión y el uso hábil de los materiales impresos. Resulta que Lutero fue un autor prolífico y sus obras tuvieron una amplia acogida en la Europa de su tiempo. En determinado momento, las tres cuartas partes de los documentos impresos que circulaban en alemán eran de la autoría de Lutero. Eso, amén de haber realizado su traducción de la Biblia de sus lenguas originales al habla popular que se usaba en las calles y los mercados.
Desde el punto de vista lingüístico, la traducción de Lutero se considera en gran medida responsable de la evolución del alemán moderno. Pero no era muy útil la traducción de la Biblia al idioma común si las personas poseían elevados índices de analfabetismo. Es así, como la Reforma influyó en iniciativas educativas para que las personas tuvieran acceso directo y personal a las Escrituras. Posteriormente, la Reforma también influyó en la música, la escultura, el arte, la escuela y las universidades.
Lutero recuperó el concepto del trabajo como expresión de adoración a Dios. En lugar de la idea de que el trabajo es un castigo que se debe procurar evitar, Lutero lo presentó como un campo de misión. El concepto revolucionó la cultura en una dirección que, siglos después, sería analizado y expuesto por Max Weber. La frase de Lutero: “Cree en Cristo y has todo lo que se necesita hacer en tu profesión”, expresa la manera en que la fe y el trabajo se complementan de manera coherente.
Lutero no fue solo un teólogo prominente sino también músico, político, estratega, comunicador, lingüista, escritor, educador, esposo y padre. Fue un hombre dotado de buen humor y de muchas amistades. Todos los días se sentaban a su mesa entre cuarenta y cincuenta comensales, entre los que había estudiantes, eruditos y amigos. En honor de la verdad, hay que reconocer que no todo fue virtud en la vida de Lutero. Como humano cometió muchos errores, de los que hablaremos en la próxima ocasión.