POR JULY DE SOSA
Es común presenciar o ser parte de las discusiones y pleitos entre hermanos, por diferentes motivos, siendo el deseo de sobresalir el más repetitivo entre los demás. Y hasta cierto punto es normal, total ¿Qué hermano no pelea? Considero que todos en etapa de niños, experimentamos dichos pleitos, unos más severos que otros, pero nada que un apretón de manos, abrazo, o una simple disculpa, no arregle. El verdadero problema comienza cuando no logramos ponernos de acuerdo y permitimos que el rencor, ocupe lugar en nuestro corazón.
Esto fue precisamente lo que les ocurrió a unos gemelos mencionados en las santas escrituras. Hijos de Isaac y Rebeca. Los nombres de aquellos niños nietos de Abraham, fueron Jacob y Esaú. La biblia señala de ellos, que peleaban desde el vientre materno y al nacer continuaron en su disputa, al grado de que el menor logro persuadir al mayor para que le vendiera su primogenitura, nada menos que por un plato de comida. El mayor llamado Esaú motivado por el hambre que sentía sin pensarlo acepto el trato, y de esa forma entrego su primogenitura a su hermano Jacob. ¿Puede creerlo? En este tiempo ya no es tan importante la primogenitura, pero muchos por amor a un plato de comida han vendido su honor, e integridad; tal y como lo hiciera Esaú.
Tiempo después y luego de que su padre diera su bendición a Jacob, creyendo que era Esaú, este odio a su hermano y quería matarle. Por esta razón su madre Rebeca le aconseja que huyera por su vida a otra región, mientras el tiempo borra el enojo de Esaú, como dice el dicho popular “el tiempo cura todo”. Aunque en algunos casos dejar pasar el tiempo sin aclarar las cosas y buscar la paz, se vuelve un punto en contra y no un beneficio. Afortunadamente para Jacob, en esa oportunidad si, ocurrió así, porque cuando llego el momento de encontrarse con su hermano se abrazaron y atrás quedo la rencilla entre ambos, aunque no habitaron juntos, sino que como dice la palabra Esaú habito en Seir, y Jacob, en Sucot. Restablecieron la paz, perdón, y amor, que habían perdido como hermanos. Si quiere conocer más acerca de esta historia lea en su biblia Genesis 25:19, en adelante.
Hoy en día, muchos hermanos en Cristo, y de sangre, tienen dañada, la relación de amor, paz, y perdón, entre ellos, por diferentes causas. Olvidando que el deseo de Dios es que todos vivamos en armonía, para que nuestras oraciones no tengan estorbo, por qué ¿Cómo puedes tu orar enojado con tu hermano?
Es importante y urgente que los hermanos de sangre, principalmente se disculpen sus faltas, y se esfuercen por vivir en armonía, dejando toda ofensa atrás y extendiéndose a lo que tienen por delante. Recordando que la vida ciertamente pasa en breve, y cada minuto aquí cuenta.
No, dejes pasar más el tiempo, si estás enojado con tu hermano, reconcíliate en tanto tengas tiempo de hacerlo.
¡Feliz Semana!