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domingo, noviembre 24, 2024

¿A IMAGEN DE QUIEN? ¿DE DIOS O DEL PASTOR?

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Vamos a ser sinceros, queridos conciervos: No estamos haciendo un buen papel delante de nuestras congregaciones y mucho menos delante del Dios que nos ha llamado a formar discípulos.

Es una realidad que muchos de nosotros los pastores estamos más interesados en llenar las sillas de la congregación que pastoreamos, que hacer verdaderos discípulos de Cristo. Craso error.

La orden del Señor fue y sigue siendo: “Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” (Mat. 28:19-20).

Y todos sabemos lo que Dios hizo en el Gènesis: Hizo al hombre a Su Imagen y Semejanza. Aquí está el quid de la cuestión.

Me explicaré…

Si el Señor hizo al hombre a Su Imagen y Semejanza, ¿en donde se perdió esa Imagen y Semejanza? ¿En què esquina del camino el hombre dejó de parecerse a Dios? ¿En què momento el hombre perdió la Semejanza del Dios que lo formò? Bueno, usted me dirá, fue a causa del pecado, pastor Berges. Cierto. Pero, ¿es eso excusa para que el trabajo que Jesucristo vino a hacer a la tierra no diera el resultado que Èl esperaba y sigue esperando? Porque recordemos que una de las esperanzas de Jesus es que el hombre recobre la Imagen de su Padre. Que vuelva a ser el hombre del Gènesis antes del pecado. Y si esto no es así, ¿quien está fallando en hacer que los hombres vuelvan a su gènesis? ¿Quien está dejando de cumplir el rol que Jesus delegó a sus discípulos? Pablo es un paradigma de esa función. En todas sus cartas nos enseña a volver a ser lo que debemos ser. Si es que en realidad queremos ser discípulos del Señor.

Pero eso necesita una buena dosis de humildad, sujeción, obediencia, identidad y conocimiento de la Palabra de Dios. Y aquí es en donde estamos fallando, pastores queridos, aquí está el error.

Porque la mayoría de iglesias evangélicas están llenas de evangélicos pero muy pocos cristianos. Recordemos que esa famosa palabrita que dice mucho fue endilgada a los que seguían el Camino y se distinguían de los demás por su forma de vivir, por su hablar, caminar y tratar a sus esposas y familias.

Pero ¿hoy? Da vergüenza que muchos que se dicen evangélicos sigan viviendo como si no hubieran conocido al Señor Jesucristo. Es más, con sus hechos lo niegan totalmente. Son malhablados, insolentes, pegadores de mujeres, adúlteros y fornicarios. Todo lo que dice la Escritura que no debemos ser. ¿En donde -insisto-, esta el error? En la enseñanza que los pastores nos negamos a darles.

Es mas fácil hablar del fin del mundo que enseñar como vivir en este mundo. Es más fácil hablar de como vivir en el cielo que como vivir en la tierra. Jesus dijo: “Padre, no te pido que los quites del mundo sino que los guardes del mal”. No hemos sido puestos por Dios para hablar de las calles de oro sino las calles de polvo. No hemos sido puestos por Dios para prometer el cielo sino para enseñar a vivir al lado del vecino que no cree en Dios. Hemos sido puestos por el Señor a cargo de Su Iglesia y no de nuestro negocio.

Lo lamento, amigos pastores, pero le estamos fallando cruelmente a Aquel que nos delegó su autoridad para que hagamos el trabajo que nos encomendó: Enseñar lo que Èl enseñò y no lo que nosotros queremos enseñar. Hacer discípulos y no evangélicos. Porque ustedes saben perfectamente que la Iglesia está llena de ellos y muy escasa de alumnos que aprueben el examen cuando llegan las tentaciones y las pruebas. Nuestro papel, amigos, es enseñar lo que Jesus enseñò y no lo que nos dijeron en el seminario teológico. Es instruir a nuestros jóvenes a que aprendan a vivir en esta selva de cemento y den el ejemplo de como son los discípulos de Cristo en medio del pecado, las famosas redes, las selfies y todo lo que les rodea. Que le pregunten a Daniel y sus amigos como lograron impactar a un rey babilonio con su valerosa conducta. Nuestra obligación es enseñarle a las jovencitas que no se dejen engañar por los depredadores sexuales que se sientan en las sillas de las Iglesias viendo a quien se devoran con su lujuria y bajas pasiones. Nuestro deber, señores, es instruir a los hombres a respetar y amar a sus esposas para romper los paradigmas vulgares  y carnales que los demás ven y por eso se niegan a aceptar el Plan de Salvación que se les ofrece.

¿Todo por què? Porque los pastores están más interesados en que los hombres se parezcan a ellos y no al Señor que los salvó. La mayoría de hombres, -y disculpen cualquier parecido- se parecen más al pastor que a Jesus. Sus maneras lo dicen. Corte de pelo, costumbres en como comportarse ante las mujeres, lenguaje, forma de hablar, forma de predicar y muchos paradigmas más. Si el pastor tiene carro del año, todos quieren lo mismo aún a costa de dejar sin pan sus mesas. Si el pastor viste de tal forma ellos también. Si el pastor grita para predicar ellos también. Son clones del pastor, no Imagen del Dios Todopoderoso. A esto, agreguémosle que es más fácil imitar a los futbolistas de moda que al Señor Dios. No es un secreto que la mayoría de varones lucen en sus espaldas el nombre del famoso goleador de turno que su propio nombre. Como que andan buscando un ejemplo a quien imitar y no tienen más remedio que imitar a sus ídolos de barro  en vez de imitar a Cristo, como dijo Pablo.

¡Ah!, pero aquí entramos a otro asunto. Muchos pastores dicen: “Usted no me vea a mí, vea al Señor”. Perfecto. Pero se le olvida, pastor que usted debe imitar al Señor en todo lo que pueda para que los que lo observan vean al Señor en usted. ¿Acaso no fue eso lo que nos enseñò Pablo? “Imítenme a mí en lo que yo imito a Cristo”. Cuando eso se logre, entonces, y solo entonces, los niños en sus casas verán a Jesus en sus padres. Las mujeres se sentirán satisfechas de vivir con un hombre que se parece a Jesus.

¿Queremos cambiar El Salvador, pastores? Tenemos que cambiar a los hombres.  Ustedes y yo recibimos varones, convirtámoslos en hombres entonces. Ya no defraudemos al Señor. Enseñemos lo que Èl enseñò. Eso es todo.

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1 COMENTARIO

  1. Muchas gracias por este escrito Pastor Berges. Es una bendicion de Dios contar con estas enseñanzas para todos ya que no todos los pastores aceptan con humildad que no han hecho la labor completa. Siga adelante y gracias nuevamente.

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