Salmos 11:3 “Si los fundamentos son destruidos; ¿qué puede hacer el justo?”
Oseas 4:6b “como has olvidado la ley de tu Dios, yo también me olvidaré de tus hijos”
Bueno, vamos a ser sinceros. No tratemos de tapar el sol con un dedo porque la causa de todo el engranaje desordenado que tenemos hoy en dìa en nuestras calles, ciudades e iglesias, es debido a que el pueblo a olvidado la ley de Dios.
Es cierto, vamos a la iglesia. Cantamos coros a toda garganta, aplaudimos hasta que nos salen ampollas en las palmas de las manos y hacemos todo el ritual evangélico para aquietar nuestras conciencias… Pero las cosas no cambian. Nuestros jóvenes cada vez más se entregan a sus placeres, a sus reuniones blasfemas jugando a la iglesita y al culto cada sábado. Todo ante la vista tolerante de pastores que los dejan hacer lo que quieren y los padres que se sienten contentos con que sus hijos estén en el culto. ¿A quien? A sus estrellas del mundial, a sus músicos preferidos, a sus deleites vanidosos.
Parezco aguafiestas pero lo que estoy tratando de dejar en este escrito es que mientras los padres no obedezcan la Palabra del Señor funcionando en sus roles como es debido, los muchachos no harán lo que les toca hacer. Ya lo dijo la Palabra: “Nada hace el hijo sino lo que ve hacer al padre”. Es curioso que no dice que no hace nada sino lo que ve hacer al pastor o al líder de jóvenes o a las hermanitas de la congregación o a los diputados. Es el padre el que marca la pauta. Ya lo escribí anteriormente y lo vuelvo a repetir.
No hay nada más cómodo para un padre que quitarse de encima esa responsabilidad. Por lo tanto le provee a sus hijos cualquier cosa que los distraiga para que no molesten al señor de la casa que llega cansado de tanto trabajar, olvidando que su verdadero trabajo es cuidar la Presencia de Dios en su hogar. Es vigilar a sus hijos, enseñarles buenos modales para que cuando salgan a la calle no lo avergüencen con sus conductas malcriadas. El verdadero trabajo de todo hombre es ser padre, no solo progenitor. Ser padre significa pastorear, cuidar, alimentar, vigilar, enseñar y aconsejar entre otras cosas. Ser padre es ser modelo. Que cuando sus hijos le pregunten como es Dios, que pueda responder gallardamente “como yo, hijo”.
Pero el error más común que se comete, es que el padre o ambos, lo inscriben en un “buen” colegio para que sea allí en donde lo eduquen. Y no saben que los mismos maestros tienen hijos con quienes lidiar y que no se les paga para que cumplan el papel que solamente a los padres les corresponde. Los maestros enseñan a leer y escribir, los padres enseñan los principios de la moral y las buenas costumbres. Siempre he dicho que cuando un niño va al kínder, ya debe ir enseñado a obedecer, a decir muy bien, a ponerse de pie cuando entra la maestra a clase, a decir que manda cuando se le llama. Ya tiene que ir instruido desde su hogar a permanecer sentado escuchando a sus maestros porque aprendió en su casa a escuchar a sus padres.
Hoy estamos viendo un fracaso total en la formación de nuestra juventud. La falta de educación, de moral y de buenas costumbres es el virus que está destruyendo los fundamentos familiares y sociales. Los fundamentos que puso Dios para la familia han sido removidos para que los niños “no se traumen” y los han dejado a su libre albedrío sin darse cuenta que un niño pide a gritos que se le enseñe y se le corrija con el amor que solo sus padres le pueden dar.
Y muchos de ellos están en la Iglesia de Cristo. Listos para ser admitidos en su momento en los institutos teológicos de cada congregación. La pregunta del millón que brota ante esta situación es: ¿Què clase de pastores serán los que egresen de esta generación? ¿Pastores a la moda? ¿Pelo largo, tatuajes, pantalones rotos, zapatos tenis, amantes de los placeres mundanos? Si, ya sé que alguien estará acusándome de legalista. Pero si leemos bien la Biblia que debe ser el manual de moral y buenas costumbres debemos averiguar por qué el Señor invirtió tanto tiempo en ordenar las ropas sacerdotales. Por qué exigió que todo aquel que quiera entrar ante su Presencia lo hará vestido de tal o cual forma. Pero esos fundamentos ya se olvidaron. Se removieron. Se quitaron de las páginas sagradas para poner un nuevo fundamento basado en conceptos humanos. Con razón Dios se ha olvidado de nuestros hijos como dice el profeta. Es asombrosa la cantidad de jóvenes que se están muriendo en nuestro paìs. Y son jóvenes cristianos. Jóvenes que han estado dirigiendo cultos en la congregación. Señoritas que han sido maestras de escuela dominical y miembros de los grupos de alabanza.
¿Por qué están siendo muertos en las calles de los pasajes de muchas colonias? ¿Por què hay tantos padres llorando la muerte de sus hijos? ¿Quién ha provocado este caos? No. No preguntemos por quien doblan las campanas. Los culpables somos los pastores, padres espirituales de la juventud que nos escuchan y nos observan. Son los padres que no están cumpliendo su obligación ante sus hijos y su Dios. Si usted se olvida de la Palabra de Dios, prepárese: Dios se olvidara de sus hijos. Punto.
Me llamó la atención la noticia que leí en un diario. Le transcribo a continuación lo que hizo este presidente y que pueda servir para enseñarle a nuestros jóvenes como dirigirse a sus mayores: Y cito:
París (AFP).- «A mí me llamas señor Presidente o señor», le dijo el mandatario francés Emmanuel Macron a un adolescente que lo saludó con un informal: «¿Qué tal Manu?» Ante ese comentario, el presidente respondió: «Estás en una ceremonia oficial, comportate como se debe. Podés hacerte el tonto pero hoy es La Marsellesa [himno francés] y el Canto de los Partisanos [himno de la Resistencia francesa durante la ocupación alemana]. Me llamas señor Presidente de la República o señor, ¿de acuerdo?”. «De acuerdo, señor», respondió el estudiante” (fin de la cita).
¿Era necesario que un Presidente corrigiera lo que un padre debió haber enseñado?
Juzgue usted…
Muy de acuerdo, hay una cita dentro del mundo educativo «la escuela es mi segunda casa, pero mi casa es mi primer escuela»… excelente artículo, bendiciones!