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domingo, noviembre 24, 2024

Aprended de mí…

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Mateo 11:29 “aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón.»

Tengo el enorme privilegio de discipular un grupo de hombres de mi congregación. Una vez a la semana, todos los lunes, nos reunimos en nuestro local de la Iglesia, compartimos un café con pan mientras llegan todos los que desean aprender lo que Jesus dice sobre la hombría.

Esos hombres que se atreven a estar allí cada lunes son hombres valientes. Sì, valientes porque a través de la Palabra que estudiamos se les han caído las vendas que la sociedad y sus propios padres y sus clichès pusieron sobre sus ojos con respecto a lo que es ser hombre.

Ser hombre no es fácil. Es más fácil ser varón. Es lo que enseña Gènesis. Dios dijo “hagamos al hombre” y lo formò varón. Y tristemente ese es el estado general de los hombres de hoy. No han terminado de ser formados como hombres. Se quedaron en el primer paso: varones. La vida, la Iglesia, la sociedad y ellos mismos les han negado el acceso a continuar con el siguiente paso hacia la hombría.

Es por eso que hoy la familia en general carece del modelo de hombría que Dios quiso que el varón alcanzara. Es por eso que la generación que hoy estamos viendo en las calles, en la Iglesia y aún -con todo respeto-, en los púlpitos no son hombres. Son varones. Ser varón significa inmadurez. Imitar la figura de alguien que no soy yo. Imitar la imagen de alguien que es admirado como Messi, Ronaldo, Maradona o el Che Guevara. Menos la Imagen de Jesus. Es por eso también que vemos en las Iglesias cristianas jóvenes con sus modales y vestimentas afeminados, imitando la vida y las modas de sus ídolos.

¿Què está fallando? ¿Con quienes se están casando las señoritas de hoy? ¿Con varones o con verdaderos hombres? ¿Quienes serán los modelos de los hijos que nacerán de esos matrimonios? Todos sabemos que quien imparte la educación, la cultura, las costumbres y todo lo que se relaciona con los hijos debe ser el padre. No el maestro del kínder ni mucho menos la escuela.

Pero es que los varones que están entrando a la aventura llamada matrimonio no saben en què se están metiendo. No se les ha enseñado lo que la Biblia dice sobre la hombría según la norma del Creador. Todos sabemos que Dios primero hizo el huerto para que Adán aprendiera a labrarlo, limpiarlo, cuidarlo y ampliarlo. Que primero tuviera el carácter suficiente para dominar la tierra para luego supiera dominar sus impulsos. Que primero tuviera la responsabilidad de un oficio para luego hacerse cargo de su verdadero trabajo familiar. Que aprendiera que el pan se gana honrando el trabajo y a su Dios. Que fuera forjado en las labores físicas por lo que se le venía encima que era formar un hogar y sostener la carga de su esposa e hijos.

Y cuando Dios vio que aquel varón había alcanzado la madurez y el carácter suficiente para hacerle frente a su verdadera responsabilidad, dijo la famosa frase: “le haré una ayuda para él”. Aquí es donde los varones de hoy ignoran esta gran verdad que hace la diferencia entre el varón y el hombre: Se enamoran, sacan a la muchacha de un hogar en donde no le falta nada pues sus padres le proveen todo lo necesario, se casa o se pone a vivir con ella y lo primero que hace es mandarla a trabajar. Mmmmm, ¿hizo Dios un huerto para que Eva lo labrara? ¿Puso Dios a Eva a labrar el huerto, mis queridos varones? ¿Le dio Dios a Eva un machete y un azadón como herramientas para su labor? Si no es así, ¿en donde se cambiaron los papeles? Porque no lo podemos negar: muchos varones se quedan en casa mientras la mujer sale a trabajar para llevar el pan al huerto.

Lìderes juveniles, pastores y predicadores de la Palabra están enseñando que si al esposo no le alcanza el dinero que mande a trabajar a su esposa. ¿Es eso ser hombre, acaso? ¿Es eso lo que Dios dijo que se hiciera? ¿Quien escribió un nuevo gènesis y en que biblia? Porque en la mía dice todo lo contrario. Que si el hombre no sabe gobernar su casa, no serà capaz de gobernar nada.

Lo que le está haciendo falta a los varones de hoy es que imiten no a sus pastores ni maestros de escuela dominical. A quien debemos imitar todos, incluyendo a nosotros los pastores es a Jesus. Eso fue lo que Èl pidió cuando nos dictó sus reglas del juego. ““aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón”. Aprender de Èl significa ir a la cruz del trabajo cada dìa, a la cruz del negarse a sí mismo en aras de la felicidad de nuestra familia. Salir cada mañana con la fe puesta en Èl de que todo saldrá bien. Aprender de Èl significa creer que a fin de mes habrá suficiente pan y recursos gracias a Su Gracia y Misericordia. Aprender de Èl que se hizo Hombre a travez de la obediencia. Y ya alcanzado ese nivel, se comprometió a cuidar a su Esposa.

Muchas mujeres no están siendo felices en su matrimonio. Porque se dieron cuenta quizá demasiado tarde que no se casaron con un hombre. Se casaron con un varón con ropa de hombre. Fueron engañadas. Se sienten burladas. Y hoy viven vidas anodinas, aburridas, frustradas, soñando con un príncipe azul que nunca serà quien duerme a su lado por las noches de frío y soledad en sus corazones… hasta que se convierta en el hombre con que ella soñó.

¿Me equivoco?

 

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