Por Juan Carlos Carcamo PhD Th
Todas las personas alrededor del mundo necesitan un lugar seguro para vivir. Todos los padres y madres quieren que sus hijos tengan oportunidades. Por eso, más de 4000 hondureños han salido de su tierra en búsqueda de la seguridad que han perdido en sus territorios y la buscan en países más seguros y con mejores condiciones de vida como Estados Unidos.
Más de 4000 seres humanos que necesitan seguridad para ofrecer alimento y otras necesidades básicas a su familia, personas a quienes las economías de sus países les ha excluido de los beneficios, buscan seguridad para evitar ser víctimas de una violencia que azota miles de hogares y comunidades pobres, buscan seguridad frente a los desastres naturales que evidencia la vulnerabilidad que cada año pone en riesgo la vida de miles de personas y destruye sus medios de vida.
No son ladrones, no son criminales, son padres, son madres, son hijas, son hijos, son pobres.
Mientras los gobiernos pierden su capacidad para atender la enorme necesidad de sus habitantes, la corrupción destruye la confianza y la esperanza. La región entera se sacude ante la incapacidad de frenar esta lucha por la sobrevivencia que parece escalar con mayor celeridad
¿Cómo podemos hacer del mundo un lugar más seguro?, un lugar donde el alimento, la tranquilidad, la resiliencia permitan al ser humano vivir plenamente y alcanzar sus más altas metas.
Honduras y América Latina necesitan encontrar la respuesta a esa pregunta con urgencia
La solidaridad compartida se impone como un modelo para enfrentar las crecientes necesidades de las personas más vulnerables
Las políticas de los Estados deben ser sólidas para combatir la corrupción, el crimen y la inequidad.
Mientras, debemos reconocer en quienes emigran, de forma individual o en grupos grandes y pequeños a seres humanos que deambulan por la vida buscando un lugar seguro para ellos y sus familias