Isaías 48:3 “Lo que pasó, ya antes lo dije, y de mi boca salió; lo publiqué, lo hice pronto, y fue realidad”
Hay preguntas que es mejor no hacerlas. Porque la respuesta quizá no nos vaya a gustar. Especialmente cuando se trata de Dios.
La vida a veces es una neblina que no nos deja ver la esperanza que nos mantiene firmes. Pero también es cierto que hay una pregunta que viene a nuestra vida: Si hay un Dios, ¿Por que sufro? Y Dios nos responde con otra pregunta: ¿En dónde estas cuando esas cosas suceden? ¿Cuando las circunstancias de la vida no te son agradables? ¿Cuando no entiendes lo que hago en tu vida? ¿Cuando no te sano de tu enfermedad?
¿En dónde estas cuando no hago lo que me pides? ¿Estàs buscando mi Rostro? ¿O estas jugando la lotería? ¿O estas disfrutando tu pecado?
La percepción de nuestra vida no es la correcta porque solo Dios ve todo el panorama. ¿Què hacer entonces cuando el dolor toca la puerta de nuestra vida? ¿Cuando un cáncer terminal amenaza nuestra seguridad? ¿Cuando las deudas se acumulan mes tras mes? Cuando el bebé se enferma en horas de la madrugada y hay que ir a pie hasta el hospital?
Es en esos momentos cuando no nos queda otra opción que dejar que Dios sea Dios. Seguir creyendo que Èl sabe lo que hace en nuestras vidas porque para El es lo mejor. Porque Èl es bueno. No olvidemos que somos humanos y vivimos en una nebulosa que no nos deja ver más allá. Eso no significa que no suframos, que los hechos catastróficos de nuestra vida no nos afecten. Son hechos que nos duelen, que nos hacen llorar, pero también es cierto que Dios sabe lo que hace. Si Èl ha decidido que debo pasar por esa puerta del dolor debo aceptarlo aunque no lo entienda. Debo obedecer aún en medio de la oscuridad y tener esperanza contra esperanza.
Alguien escribió en alguna parte: “Creo en la luz aunque ahora está en oscuridad. Creo en el amor aunque ahora esté rodeado de odio. Creo en Dios aunque ahora guarde silencio”. Porque en medio de todo este caos de la vida Dios sigue preguntando ¿Donde estas tú? ¿Estas frente a un diagnóstico terminal? ¿Frente a una diálisis? ¿Frente a un divorcio? ¿Frente a un embargo bancario? ¿Frente a una situación que no logras gobernar?
Dios sabe en dónde estamos. Pero quienes necesitamos saber en dónde estamos somos nosotros mismos. Porque nuestro amor por nosotros es tan grande que nos justificamos a nosotros mismos. Y claro, nuestro corazón es especialista en engañarnos. Dios lo que quiere es saber si seguimos confiando en Èl aún cuando la serpiente nos haya mordido e inyectado su veneno. Es Dios buscándonos a nosotros en medio del caos de nuestra existencia. ¿Donde estas tú? significa: Eres importante para Mì. Estoy preocupado por ti. El pecado, la duda, la enfermedad te han herido y quiero saber si sigo siendo tu Dios. Te pregunto donde estas para saber si en medio de tu dolor sigo siendo Dios para ti. Si sigues confiando en Mì. Si aún esperas que abra el mar de tu angustia. Te lo pregunto para saber si puedes convertir tus lagrimas en cantos de alabanza y tu clamor en un poema de amor para mí.
¿Què aprendemos de esto? Que Dios sigue siendo Dios. Que Èl sigue siendo Bueno. Que nos ama. Que nos busca. Pero siempre debemos saber que Èl tiene la última palabra y que yo esté o no de acuerdo con ella eso serà lo que acepte en mi vida.
Dicho así: Decido amar a Dios con amor o con dolor, pero nunca dejar de amarlo aunque no lo entienda. Amarlo aun en medio de las turbulencias de la vida porque he decidido que Dios siga siendo mi Dios aunque no lo comprenda. ¿Quièn podrá decir que lo que sucedió no vino de la Mano de Dios? pregunta el profeta.
Ese es el significado de esa dolorosa pregunta. Dios espera saber como lo hizo con Abraham, si somos capaces de entregarle aun lo que más amamos. Como lo hizo con José en la càrcel de Egipto. Como lo hizo con Pedro cuando se hundió en las aguas. Como lo hizo con Jesus cuando permitió los clavos y las espinas que taladraron su cuerpo en la Cruz.
Una cosa sé: Debo dejar que Dios sea Dios. Isaías 14:27: “Si el SEÑOR de los ejércitos lo ha determinado, ¿quién puede frustrarlo? Y en cuanto a su mano extendida, ¿quién puede volverla atrás?”