Estamos a dos semanas de celebrar las Elecciones Presidenciales 2019, hemos presenciado debates y sido testigos de las “plataformas” de gobierno que cada uno de los candidatos ha propuesto para resolver los problemas y buscar llenar las necesidades del pueblo salvadoreño. ¿Atienden dichas propuestas las dificultades que enfrentamos como nación? Creo que hay grandes desafíos que esperan al nuevo gobernante y debemos analizar quién está mejor facultado para asumirlos y conformar un equipo que ponga las bases para verdaderas soluciones a futuro. En este artículo planteo solamente dos, que son los que al parecer más nos aquejan a los salvadoreños.
DESAFÍO 1. Seguridad Pública.
El año 2018 cerró con 3,340 homicidios, esto nos deja con un índice diario de 9.2 y una tasa de homicidios de 50.3 por cada 100,000 habitantes; todavía una de las más altas del mundo para un país que no se encuentra dentro de un conflicto armado.
El boletín de prensa del IUDOP, publicado el 13 de diciembre del año pasado, registra que más de la mitad de la población considera que los principales problemas del país están relacionados con la inseguridad, las maras y la violencia (57.5%)
Ante ello debemos preguntarnos: ¿Cuáles son las estrategias para reducir el número de homicidios hasta llevar la condición del país a un respeto por la dignidad de la vida humana? ¿Qué medidas se tomarán para recuperar la territorialidad nacional? ¿De qué manera se fomentarán los espacios para la recreación y desarrollo de nuestros niños y jóvenes?
DESAFÍO 2. Seguridad Económica y Sostenibilidad.
Hemos sido testigos de las caravanas de migrantes que recientemente, por una motivación personal o por ser movilizados, han decidido intentar un nuevo inicio en otro país. ¿El motivo? Principalmente es la mejora económica por falta de empleo (7.5%, tasa de desempleo en 2017 en el Área de San Salvador) o por baja remuneración salarial. ($300 salario mínimo para comercio, industria y servicios. $200 para sector agropecuario en tiempo de cosecha).
El Banco Mundial reporta para 2017 un crecimiento del 2.3% y previó para el 2018 una tasa del 2.8%, ambas son tasas de crecimiento muy bajas. A esto se suma el alto nivel de endeudamiento (por encima del 70 del PIB) y un déficit comercial que en el 2017 alcanzó los $4,800 millones. Estos índices son motivo de preocupación para la sostenibilidad a largo plazo.
En el mismo estudio de la IUDOP, el 29.2% de los encuestados expresó que su situación familiar empeoró y el 59.3% expresó que sigue igual (¿de bien o de mal?).
Agreguemos un último detalle, los casos de corrupción se siguen evidenciando. El exfiscal Douglas Meléndez, en sus últimas horas de gestión, presentó nuevas demandas que implican por una parte las irregularidades cometidas por la constructora Astaldi en la edificación de la presa de El Chaparral y por otra parte, la revelación de documentos del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos. Todos ellos bajo la presidencia de Mauricio Funes y ambos dan un ejemplo de los daños que la corrupción sigue haciendo al erario y a la credibilidad institucional.
Por ello es importante que nos respondamos: ¿Cuáles son las medidas para pagar la deuda externa a largo plazo y bajar nuestros niveles de endeudamiento? ¿Qué planes hay para hacer mejoras económicas significativas en los hogares de los salvadoreños? ¿Cómo se piensa involucrar a todos los sectores de la sociedad para generar propuestas de apoyo a las finanzas familiares salvadoreñas, para la generación de empleo, para una mejor distribución y uso de los recursos naturales?