En la actualidad nuestra sociedad salvadoreña está deteriorada en su tejido más frágil que es la niñez, adolescencia y juventud el cual ha sido debilitado en su mayoría por grupos delictivos que han modernizado sus mecanismos de insertar a nuevos miembros a sus estructuras criminales haciendo cada vez; más organizado su accionar generando incentivos que de la vulnerabilidad y ambición han hecho sus tentáculos para seducir e inducir a muchos.
Recuerdo mi infancia que no tuvo nada de vicios y mucho menos envidia por el dinero, si aspiraciones pero no ansiedad por la riqueza, en el seno de una familia humilde, en una comunidad del gran San Salvador, rodeados de pandillas que controlaban el territorio, pero que al final el contexto solo es el pretexto, siempre me respetaron al punto de llamarme el hermano, haciendo alusión a ser hijo de Dios y hermano en Cristo, la pobreza económica no es un factor explosivo ni detonante para desencadenar una ola de violencia porque entonces todos aquellos que forman parte de las clases populares de nuestro país tendrían que ser tildados como delincuentes; la desintegración familiar tampoco es parte del fenómeno actual, en sus raíces se encontraba como un elemento fundamental para descarrilar a cualquiera, pero está comprobado que muchos han salido adelante aun estando bajo la tutela de un tío, una abuela o algún familiar cercano.
Raíz de todos los males es el amor al dinero, antes era encontrar la familia que nunca tuvo, hoy es dinero fácil, recolectar en un día lo que alguien promedio gana en un mes, es por eso que el tema es negociación y sus sinónimos, que solo remonta a ganar ganar, a costa de lo que sea, donde el fin debe ser logrado sin importar el proceso.
Todo esto nos debe llevar a la reflexión, por espiritual que parezca; el evangelio es la única alternativa que nuestra sociedad tiene, porque el mismo plantea cambio, transformación, y un individuo no podrá ser distinto mientras no experimente un cambio genuino y ese exactamente es el error de la negociación, que no existe un verdadero arrepentimiento sólo intereses que crean un cese a la violencia temporal a cambio de beneficios de toda índole, la reinserción también es posible pero ninguna institución estatal y mucho menos empresarial puede lograrlo, está comprobado que esto sólo ha sido posible a través de aquellas iniciativas que están ligadas a planes que contienen programas cristianos.
Todo esto seguirá siendo ilusorio, mientras quien tiene voz calle, y quien tiene herramientas las guarde, IGLESIA éste es nuestro momento de reescribir la historia.