A diario libramos batalla entre lo que nos convienen hacer y lo que nosotros queremos hacer, evidentemente, ganará lo que este más alimentado dentro nuestro
“carne o espíritu”
Porque el deseo de la carne es contra el espíritu, y el del espíritu es contra la carne, y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. (Gálatas 5:17)
para que no hagáis lo que quisiereis…El Espíritu de Dios vive dentro de todo creyente para enseñarnos a batallar con los deseos de nuestra carne. Precisamente porque estos nos alejan de la relación íntima que Dios desea tener con cada uno de nosotros.
¿Cuál es el alimento de nuestra carne? Todo lo que esclaviza (Gálatas 5: 19-21)
Y el alimento del espíritu es todo lo que glorifica a Dios y pone paz entre él y nosotros.
Lo que debemos de tener en mente es que cualquier tipo de estos alimentos darán su propio fruto que será lo que determine la parte más nutrida en nosotros.
En nuestro interior existen dos fuerzas que quieren tomar el control y dominar. Pablo lo explica muy bien en (Romanos 7: 18-25) Con la mente sirvo a la ley de Dios más con la Carne a la ley del pecado.
Ejemplo de esto es optar por ver un programa de TV, por la noche antes de dormir, en vez de orar, asistir a una tertulia, con amigos y familiares, en lugar de asistir a una casa de oración o culto dominical, buscar consejo entre amigos, antes que en la palabra de Dios. Aprovechar el tiempo aprendiendo y capacitándonos para explotar todo nuestro potencial, en lugar de perderlo viviendo sin rumbo ni dirección, etc. Estas son algunas de las batallas que libramos a diario en nuestro interior. Esto tienen que ver con nuestra voluntad y dominio propio, por esta la razón debemos ocuparnos en nutrir nuestro espíritu con el conocimiento de Dios disponible para todos en su palabra escrita, antes que complacer a nuestra carne, porque escrito esta: El ocuparse de la carne es muerte, más ocuparse del espíritu es vida y paz. Romanos 8:6.
Todo lo que hay en el mundo los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida no proceden del padre, sino del mundo. Y el mundo pasa y sus deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. 1° Juan 2:16
De cara a esta realidad para todos los que anhelamos caminar conforme al propósito de Dios, nos resulta conveniente hacer propias las palabras de Jesús… Es necesario que yo mengue para que él, crezca en mí.
¡Feliz semana!