¿Qué es la enfermedad? Es una alteración en una o varias partes del cuerpo, por causas en general, conocidas y manifestadas por síntomas y signos.
Todos en algún momento enfermamos de manera leve, moderada o drásticamente, esto es parte de la vida. Y entre estas están las enfermedades crónicas, como las alergias, diabetes, parálisis, entre otras, que implican algunos tipos de perdidas como perdida de energía, movilidad, trabajo, confianza, animo, y la peor de todas, la perdida de esperanza. Los tipos de enfermedad crónica en la mayoría de los casos, provoca miedo a la discapacidad y a la muerte temprana. Por esto, considero importante entender que nuestra actitud es clave para superar cualquier tipo de enfermedad. En esta oportunidad deseo aportar prácticas de mi propia experiencia de sanidad cuando la he necesitado, incluso cuando fui diagnosticada con cáncer de mama. Considero que estas recomendaciones les resultaran útiles, en la espera de que Dios restaure su salud.
Lo primero es la buena actitud. La palabra de Dios declara: El corazón alegre es una buena medicina, pero el espíritu triste seca los huesos. (Proverbio 17:22)
Cuando estamos enfermos el medico indica exámenes de laboratorio clínico, para darnos a conocer el diagnóstico, acompañado de un pronóstico (estadística acerca de esa enfermedad) Es allí cuando conviene recordar que el diagnostico lo debemos aceptar, porque existen evidencias de que es real, no así, el pronóstico, que es estadístico, y gracias a nuestra individualidad no es una regla. El pronóstico no hay que aceptarlo, y más cuando es nefasto, como creyentes somos llamados a pensar en todo lo bueno y de provecho para nosotros Filipenses 4:8. A vivir por fe, no por vista 2 Corintios 5:7. Si el diagnostico medico es de una enfermedad crónica, los pronósticos podrían ser, usted tiene seis meses de vida, usted no, volverá a caminar, o a mirar, usted será infértil, etc. Dependiendo de la enfermedad. Esto no debemos aceptarlo como tal, porque como creyentes sabemos que la ciencia, tienen limite, más el Dios en el cual creemos obra de manera que la mente humana no puede entender y mucho menos explicar. Como creyentes el pronostico que debemos aceptar en todo tiempo y frente a cualquier tipo de enfermedad es el pronostico de esperanza “esperar siempre lo mejor” y para que nuestro pronostico favorable no tenga estorbo debemos renunciar a sentirnos impotentes, es lógico que cuando estamos enfermos no hagamos todo lo que normalmente hacemos, “trabajar, salir a tomar un café, asistir al Gym, o cosas semejantes a estas” pero siempre habrá algo por hacer para divertirnos aun dentro de nuestra casa; como ver una película, leer un libro de auto ayuda, disfrutar hablando con nuestros hijos y hasta jugar metiéndonos por momentos en su mundo mágico si aún son niños, etc. Debemos renunciar a sentirnos culpables, en poco abona el querer encontrar el “porque” lo que realmente ayuda, es dar la batalla para superar nuestro estado, todos los días, poner fe en DIOS, en el tratamiento indicado por el médico, cumpliéndolo al pie de la letra, y confiar en nosotros mismos. Recordar, que los principales responsables de nuestro bien estar. somos nosotros mismos, no tenemos derecho a manipular a nadie en busca de nuestra felicidad. La enfermedad es una excelente oportunidad para aprender a relacionarnos más con nosotros mismos, y no para lastimar la relación con otros.
Lo último como parte del aporte que deseo brindar a quienes en este momento están enfermos, es asegurarles que no existe mejor medicina que hablarle a nuestra alma como lo hacía el rey David ¿Por qué te abates, oh alma mía y te turbas dentro de mí? Espera en Dios porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío, Salmo 42:5
¡La enfermedad es solo un estado de nuestra humanidad, pero no es toda nuestra vida!