El ateísmo y agnosticismo crece, el cristianismo evangélico decrece. (2ª parte)
Aunque en mi editorial anterior el enfoque fue analizar una de las posibles causas del decrecimiento de la iglesia evangélica en El Salvador de cara el crecimiento del ateísmo y el agnosticismo; considero que esta realidad no es del todo una mala noticia, pues al menos en dos maneras, hay buenas nuevas en esto.
En primer lugar, si al decrecer la iglesia evangélica, crecen los desaprobados, entonces se cumple lo dicho por Dios en 1Co 11:19 “Porque es necesario que entre vosotros haya bandos, a fin de que se manifiesten entre vosotros los que son aprobados”. Es decir, son los de una fe auténtica, los que cuando la iglesia es asediada, probada y atacada, permanecen de pie, mostrando que muchos son los llamados, pero poco los escogidos; siendo Dios glorificado en medio de ellos.
Sabemos que el falso evangelio siempre produce falsas iglesias: falsos pastores y falsos miembros, pero esa realidad se convierte en una prueba real para los verdaderos creyentes; quienes debiendo escuchar nuevos vientos de doctrina, soportan el asedio de quienes los acusan de ser falsos, fundamentalistas, intolerantes o faltos de amor a la iglesia. Pero será cuando la iglesia sea sacudida que los del verdadero evangelio de Jesucristo seguirán avanzado sin que las puertas del Hades prevalezcan contra ese avance, mientras que los verdaderamente falsos huirán a donde siempre han pertenecido, a los de la incredulidad.
En segundo lugar, el decrecimiento de la iglesia evangélica ante un aumento del ateísmo y agnosticismo trae otra buena noticia; y es que nos muestra aquella tarea pendiente, que con ánimo pronto debemos cumplir: re-evangelizar a la iglesia cristiana de El Salvador.
El rescate del evangelio dentro de la iglesia evangélica es necesario. Al reflexionar acerca de la iglesia en San Salvador, observo iglesias embriagadas de modas evangélicas que distraen a los miembros de una fe sincera hacia Jesucristo. En algunas iglesias locales el evangelio ha sido escondido entre escombros, y en otras ha sido sustituido por uno falso. En ambos casos el resultado es el mismo, vidas no centradas en Jesucristo sino en modas pasajeras que animan al creyente, pero no lo edifican; que lo emocionan mas no lo sostienen, que lo hacen soñar mas no el reino de Dios, sino en el suyo. Observamos divisiones en puntos donde no hay justificación para ello, y unidad en puntos en donde la división es necesaria. A lo malo ahora se le llama santo, y a lo santo, se le llama malo.
Incluso la misión de la iglesia es transformada en objetivos que surgen de la cultura, generando un amplio espectro de misiones modernas que se oponen a la Bíblica y verdadera de hacer discípulos de Jesucristo por medio de su Evangelio. Ejemplos hay varios. Por un lado, vemos ministerios enfocados en un evangelio social, por otro, ministerios idolatrando el estatismo, y hasta vemos nuevos pastores enfocados en el evangelio de redes sociales y blogs, buscando discípulos virtuales de sus propios egos ministeriales. El espectro de falsas misiones es amplio.
En este sentido es que hago un llamado a mis hermanos pastores y miembros de las diversas iglesias en El Salvador, a hacer una profunda reflexión en esta necesidad de re-evangelizar a la iglesia cristiana en El Salvador. No es un llamado a volver a los fundamentos denominacionales, que sí son importantes, sino a lo trascendental: al evangelio de la gloria y preeminencia de nuestro Señor Jesucristo; a las sanas doctrinas que surgen de Él y que fueron rescatadas a un alto precio por los reformadores; a una vida personal y pastoral conforme al evangelio y centrado en Jesucristo, y como resultado de él, la vida piadosa, pacífica, sabía, santa y amorosa, y por último un llamado a la apología de nuestra fe en contra de las artimañas de los enemigos de la iglesia. Es un llamado a regresar al fundamental, a Jesucristo, quién es el único y verdadero Señor de la iglesia.