Queridos lectores:
Tanto en la transmisión por fecebook live, como por correos, me reiteran la pregunta de por qué cuando la pareja comparte un mismo techo, pareciera que el amor desapareciera.
Quiero contestar, apoyándome en la Palabra de Dios, “Por eso el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne”. Génesis 2:24
Cuando dos personas se casan, quizá piensen que todo será perfecto, como vemos en muchas películas, y se casarón y fueron felices para siempre….
Pero la realidad es otra, cuando nos casamos y compartimos un mismo techo y lecho inicia realmente nuestra historia de amor, iniciaremos un proceso para aprender a amarnos incondicionalmente y aceptar las diferencia; sí como aceptamos y amamos incondicionalmente a nuestros hijos.
El amor de pareja es una decisión, iremos aprendiendo a manejar nuestras emociones ante las diferencias y tormentas, así como también a identificarnos y desarrollar el role que Dios nos ha dado a cada uno “cabeza y ayuda idónea!.
Veamos, entonces cuáles son las diferencias más comunes:
- Las diferencias de género:
Los hombres tienen pensamiento práctico, necesitan sentirse admirados, son protectores, resolutivos, emiten 10 mil palabras diarias, su pensamiento y acción es por cajas, es decir, si están trabajando, están concentrados exclusivamente en la caja del trabajo, si están haciendo deporte, están solo en la caja del ejercicio y por supuesto que tienen una caja, llamada la de la “nada”, en la que no están pensando y ni haciendo nada.
Las mujeres tienen pensamiento complejo, necesitan sentirse amadas, protegidas, consentidas, emiten 17 mil palabras diarias, quieren que sus parejas les adivinen el pensamiento, los dos hemisferios del cerebro están interconectados por tal motivo pueden hacer 2 o 3 cosas a la vez; y por supuesto que no conocen “la caja de la nada”, ya que ellas siempre están pensando y sintiendo. Necesitan ser escuchadas y que no se les de solución.
- Educación, creencias, costumbres, hábitos: cada uno tiene una historia personal influenciado por una educación diferente.
- Prioridades: todo ocupa un lugar primario, menos la pareja; la familia de origen, los amigos, el deporte, los hijos, el gimnasio, inclusive hasta la iglesia.
- Dificultad para comunicarse: en lugar de expresar el sentir y la necesidad afectiva, se establece una pelea, o bien, el hombre se aísla, se mete a su cueva y la mujer estalla en llanto o en cólera porque no se puede dialogar.
- Dificultades económicas: generando estrés, angustia y muchas veces depresión.
- Influencia negativa de los amigos y familia de origen.
- Adicciones: alcohol, internet, redes sociales, deporte.
- Insatisfacción sexual: no hay tiempo para el sexo y cuando hay es rutinario.
- Diferencias en la educación de los hijos.
- Infidelidad física, cibernética, emocional.
- Falta de tiempo exclusivo para la pareja.
Y si somos una sola carne porque no podemos lidiar con las diferencias…. Hay una respuesta, “NO SABEMOS COMUNICARNOS, PONERNOS EN LOS ZAPATOS DE NUESTRO CONYUGUE Y RESPETARNOS”, cada quien vela por sus propios intereses y beneficios. El esposo quiere su tiempo personal para estar en su cueva, trabajando sin interrupción, frente al televisor, con sus amigos, en su deporte, leyendo, descansando o simplemente en “la caja de la nada”. Y la esposa quiere atención, escucha, colaboración y por supuesto que se haga lo que ella quiere, como quiere y a la hora que quiere, simplemente ser “el alfa de la manada”.
Ambos estamos totalmente equivocados, ya que somos una sola carne, y tanto el esposo como la esposa tienen que velar el uno por el otro, por el bienestar mutuo.
Y cómo velar por el bienestar del conyugue?
En el próximo artículo te lo describo.
“Imagina una nueva historia en tu vida, ponle toda la fuerza de tu corazón, una actitud positiva y será tu historia”.
Dios te bendiga.
Camarena.