Por Juan Carlos Carcamo PhD Th.
El pasado 22 de Abril se celebró el Día Mundial de la Tierra como un modo de recordar a la humanidad la importancia de la protección y cuido del Medio Ambiente. Coincide este año con una crisis medioambiental severa que, en El Salvador, tiene como expresión más concreta los problemas vinculados a la producción y acceso al agua potable. Coincide, también, con la trágica muerte de la ambientalista hondureña y Premio Medioambiental Goldman, Berta Cáceres, reconocida a nivel internacional por su defensa de causas en favor de la protección de los ecosistemas y los recursos naturales.
Sin precedente alguno, los últimos años han venido reflejando una profunda problemática medioambiental para muchas personas. Es que la defensa de la tierra y sus recursos es una de lasmás recientes expresiones de crisis ética de la humanidad y pone en relieve toda clase de intereses y conflictos. Es la tierra la que produce el agua, es un sistema complejo y articulado de mecanismos bióticos que intervienen para que los recursos sean posibles y el ser humano pueda echar mano de ellos para su sustento y sobrevivencia.
Pero del problema se agrava cuando los recursos se concentran y se convierten en materia prima para la obtención de mercancía. Es entonces que se hace un uso industrial e irracional de los recursos sin tomar en cuanto su adecuada renovación y su manejo conforme a criterios de sustentabilidad. Esa ha sido la realidad que ha dañado numerosos ríos en el Salvador debido a prácticas de extracción irracional de arena u otros elementos sin que ninguna política pública haya servido para evitar ese deterioro.Lo mismo ha ocurrido con la tala discriminada de árboles para fines habitacionales o para el comercio, sin tomar en cuenta el correspondiente renuevo o la deforestación acelerada.
La tierra es una madre en tanto es de dónde venimos y hacia dónde vamos, pero también porque nos ofrece de si misma el sustento necesario para nuestra sobrevivencia como especie. De nada servirán la firma de acuerdos como el realizado en Nueva York por parte de 171 países si dichos acuerdos no son acompañados de prácticas responsables de manejo de los recursos naturales.
A quien más le es dado, más le es demando dice una máxima ética, y ciertamente, hay grupos de la humanidad que han hecho uso de la tierra y de sus recursos para su propio beneficio, extrayendo de ella los materiales o materias primas necesarias para la generación de capital. Pero, lo anterior,ha ocurrido poniendo en riesgo la viabilidad de la vida de otra gran cantidad de personas o de las futuras generaciones que tienen igual derecho universal a los mismos recursos. Llegará un momento en que no será suficiente hablar de reforma agraria, será necesaria plantearse reformas ambientales integrales en la cuales se reconozca que recursos básicos universales como el agua y el aire son un derecho inalienable de toda la población y no pueden ponerse al servicio privado de solo algunos sectores de la humanidad. El día que eso se comprenda será preciso avanzar a regular el uso excesivo e indiscriminado de los recursos por parte de unos sectores en función de sus propios intereses y deberá darse paso a una utilización más civilizada que proteja a aquella que siendo tan maltratada aún sigue ofreciendo lo mejor de si para sus hijos e hijas, la madre tierra.