Gènesis 12:2 “Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición”
Bueno, ¿es importante entonces, un buen nombre? ¿Qué tiene que ver un buen nombre con nosotros? Muchísimo por supuesto.
Una de las causas de por qué el Nombre del Señor ha sido tan manchado a lo largo de los años es porque nosotros los que nos llamamos cristianos no lo hemos cuidado. No hemos representado Su Nombre conforme lo que Èl es. Y hemos provocado que su Nombre sea ultrajado y mancillado. Se nos olvida que Èl es tres veces Santo y que desea ser glorificado a través de la conducta de sus hijos. Esto no es ningún misterio ya que nosotros mismos como padres deseamos ser honrados por nuestros hijos. Que nadie hable mal de nosotros por su mal comportamiento. Que no manchen nuestro nombre pues.
Y aquí es donde entra en juego la situación del mal nombre que muchos padres de familia le heredan a sus hijos.
Violentos, pandilleros, corruptos, adúlteros y muchas cosas más han provocado que su nombre sea un mal recuerdo en la siguiente generación. Lógicamente habrá hijos que se avergüencen del apellido que llevan a causa de las malas acciones de sus padres.
Hoy vemos en la Iglesia que muchos pastores no le están heredando un buen nombre a sus descendientes. Se comportaron de una forma tan carnal e hipócrita, fingieron ser ministros de Dios y en lo privado fueron otra cosa en su congregación que la gente empezó a darse cuenta de la doble moral que vivía su líder o pastor. Ahora sus hijos heredan esa mala fama. Heredaron descrèdito. Desconfianza. Irrespeto. Todo por causa de que su padre no supo cuidar su nombre.
El nombre es lo más valioso que tenemos después de nuestra palabra. Cuando yo declaré que aceptaba a Jesus como mi Señor y Salvador, en ese momento contraje un compromiso de vivir según sus normas. Olvidarme de mí, olvidarme de mis métodos, mis parámetros y cultura y adoptar las de Jesus para que hablaran bien de Èl y otros quisieran aceptarlo de igual manera. Pero en el camino se me olvidaron las palabras de compromiso y empecé a vivir de acuerdo a mis paradigmas humanos y rebajé mi palabra en consecuencia perdí el rumbo de mi confesión y tuve que inventarme un estilo de vida que negó la verdad de Dios en mi conducta.
El Señor le prometió a Abraham que El iba a engrandecer su nombre. Y lo cumpliò. Hasta el dìa de hoy Abraham es conocido como el amigo de Dios. Cuidó mucho su relación que aunque no fue perfecto, lo representó dignamente que muchos no se avergüenzan de ser llamados sus hijos. Pablo lo confirma en una de sus cartas. Si soy de fe, soy hijo de Abraham.
¿Qué nombre le estamos heredando a nuestros hijos? ¿No se avergüenzan ellos de llamarse nuestros hijos o nietos? Todo mi interés en cuidarme y vivir con un estándar más alto que los demás es porque no quiero que ni mi esposa ni mis hijos se avergüencen de mí. Quiero que ellos se sientan satisfechos que en el Salvador su padre es un fiel representante del Señor antes los demás. Quiero que me conozcan por mi conducta no perfecta pero sí bajo las normas bíblicas de santidad y respeto para que ellos no tengan que bajar la vista cuando les pregunten si son familiares de un tal Berges que vive en el Salvador.
Legarles un buen nombre a nuestros descendientes es importante para que el linaje no se pierda. Para que nuestro sacerdocio realmente sea del agrado del Señor que nos llamó a servirle como representantes y embajadores de su Reino.
He tenido el privilegio de criar a siete hijos que el Señor me encargo. Tres fueron adoptivos. Todos son cristianos. Todos sirven al Señor en sus iglesias. Todos son temerosos del Señor. Todos llevan mi sello personal. Todos fueron enseñados en el respeto al Nombre de Dios y al de ellos mismos. Fueron enseñados que lo mejor que les pude haber dejado fue un buen nombre para que a pesar que el tiempo transcurra y yo vaya envejeciendo, ellos sepan que tuvieron un tutor que se esmerò por dejarles un buen ejemplo de vida para que lo transmitieran a su siguiente generación.
Padre, es cierto: su esposa es importante y vital para la formación del hogar, pero usted debe saber que es sobre usted, el hombre de la casa, sobre quién recae la responsabilidad de heredarles un buen nombre a sus hijos. Le guste o no, lo crea o no, para eso fue usted formado hombre.