Hebreos 11:1 “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera”
Algunas personas nos han criticado por el nombre de nuestra congregación Visión de Fe, creyendo que somos maestros de una súper fe. Que solo hablamos de dinero. Que buscamos lo material y que no enseñamos el verdadero Evangelio de Jesús.
Nada más alejado de la realidad ya que fuimos llamados por Dios para trabajar el área de la restauración matrimonial y por extensión, la familiar en todos sus recovecos. En donde otros ven conversión, nosotros vemos restauración familiar. En donde otros ven dinero, nosotros vemos restauración matrimonial. En donde otros ven sanidad, nosotros vemos restauración del hogar. Ese es nuestro ministerio y a eso nos dedicamos. Claro, tenemos nuestros puntos doctrinales como cualquier congregación cristiana, pero nuestro énfasis lo ponemos en lograr que los hogares y las familias que los habitan alcancen su mayor potencial espiritual para agradar no solo al Señor que los salva sino también a que sus hijos no fracasen como muchas de las familias que no han sido enseñadas a vivir en medio del mensaje que Jesús vino a traer a las familias. Muchas iglesias están llenas de matrimonios fallidos. Madres solteras. Hombres divorciados. Incluyendo pastores y líderes.
Trabajamos para evitar embarazos prematuros. Trabajamos para evitar la violencia intrafamiliar. El abuso de los hombres hacia las mujeres. La desobediencia de los hijos hacia los padres. Trabajamos para que los hombres no utilicen a sus esposas como alfombras para destruirlas en su autoestima. Trabajamos para que las mujeres sean dignificadas como damas y no como simples objetos sexuales. Trabajamos para enseñar a la mujer a respetar a su esposo e hijos. Trabajamos para enseñar a la familia a pedirse perdón. Esa es nuestra visión de fe.
Porque la fe no es una expresión solo para alcanzar cosas materiales. La fe es necesaria para muchas más cosas que el dinero, carros de lujo, relojes de alta gama o casas elegantes. La fe es necesaria para vivir en un ambiente agradable a quienes la alcancen y para glorificar al Señor. ¿Acaso no dice la Biblia que sin fe es imposible agradar al Señor?
Es por eso que hoy quiero dedicar este escrito a la fe. Pero desde el punto de vista matrimonial.
Porque se necesita fe para creer que la pareja que he escogido para vivir el resto de mi vida es la persona que Dios puso en mi camino para ayudarme a realizar su Voluntad. Necesito fe para creer que soy capaz de sostener con mis oraciones y mi vida espiritual un hogar en donde mi esposa e hijos necesitan ver a un sacerdote ministrando al Señor en mis oraciones privadas. Necesito fe para creer que seré capaz de formar un hogar en donde mis hijos sean personas sanas, consagrados al Señor ya que son herencia de Jehová. La fe me ayuda a creer que puedo ser un hombre fiel a mis principios, que el Señor me ayudará a mantener mi relación con mi esposa en sanas condiciones, sin violencias, sin ultrajes y sin palabras que la denigren. Necesito fe que el Señor me ayudara a controlar mis emociones que me inclinan a la violencia y la venganza, al abandono y la depresión. Necesito fe para levantarme cada mañana creyendo que Jesús me ayudará a sacar adelante mis finanzas, que en mi mesa no faltará el pan de cada día, el vestido, el abrigo y la paz.
Se necesita fe para creer que la esposa que he escogido es la mujer que me ayudara a realizar mis metas, que me sostendrá en mis momentos débiles, en mis momentos en que a veces en silencio mojo mi almohada con mis lágrimas de frustración porque no he podido ser el hombre que ella necesita. Tengo que creer que ella es el instrumento que Dios usa en mi vida para hacer de mí un mejor esposo, un mejor siervo de Dios, un mejor pastor, un mejor padre. Necesito de la fe para creer que a su lado puedo llegar a ser lo que Dios tuvo en mente cuando me hizo hombre, que ella me apoyará para dejar de ser un simple varón para convertirme en el hombre que debo llegar a ser. Un hombre que sepa decir no al pecado, un hombre que sepa dominar no una ciudad sino mis ojos perversos y mis vicios escondidos. Mi esposa necesita fe para creer que cuando estoy fuera de casa soy el hombre fiel que digo ser. Que no tengo agendas escondidas. Que no estoy en otra cama cuando salgo de su punto focal. Que cuando digo que estoy solo es porque estoy solo. Ella necesita fe para creer que cuando digo que ando predicando la Palabra del Señor es cierto, que no estoy en un motel pecando hipócritamente. Ella necesita fe para creer que cuando estudio la Biblia en mi computadora no estoy visitando páginas eróticas ni pornográficas. Ella necesita fe para creer en ella misma, que es capaz de sostener el hogar cuando ando de viaje. Ella necesita fe para creer que se casó y que comparte su vida con el hombre que dije que era cuando nos conocimos. Que comparte su vida y sus emociones con un hombre que la respeta y ora por ella.
Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera. Sin esas dos pequeñas letras no podría escribir lo que usted acaba de terminar de leer. Porque resulta que también escribo por fe.