Me encanta ver a los papis de hoy, haciendo las trenzitas de sus nenas, participando en las labores del hogar, haciendo las tareas con los chicos, yendo al mercado, entre otras muchas cosas más.
Recuerdo que cuando yo era niña, los roles eran rígidos, papá traía el dinero y mamá era la administradora y se hacía cargo de los niños. Era escaso el tiempo de convivencia con papá.
Ahora todas las cosas han cambiado, en la familia podemos encontrar tanto la influencia paterna como la materna equilibradamente. Las parejas verdaderamente están formando un equipo integral.
El modelo de un papá sensible es de suma importancia para el desarrollo sano: espiritual, emocional, social y físico de un hij@. A través de su amor, compañía, apoyo y aprobación nos ayuda a encontrar nuestra identidad de hij@ con nuestro padre terrenal y Celestial.
El hij@ se siente seguro, protegido, con dirección, con refugio, tiene la certeza que aunque las cosas se pongan mal, estará su padre de la tierra para consolarle, ayudarle y encontrar nuevamente el camino. Al crecer, ese mismo amor, afirmación y aceptación lo sabrá recibir y dar fluidamente a Abba Padre.
Cuando no recibes ese primer amor parental terrenal, habrá altas probabilidades que el hij@ crezca fracturado y trate de satisfacer esa carencia con otras personas o cosas, las cuales jamás podrán sustituir ese amor ni curar esa profunda herida. Hasta que el hij@ fracturado permite que Abba Padre empiece a curar su corazón, transformar sus pensamientos y sus emociones.
Un hij@ necesita AMOR, ACEPTACIÓN Y AFIRMACIÓN de su padre terrenal para tener identidad. Te invito a reflexionar qué cantidad y calidad de tiempo le estas dedicando a tu hij@.
“Edifica una nueva vida en Cristo, permite que sane tu corazón y tendrás una vida en amor, gozo y paz”. Camarena.