Entender y aceptar que el poder del Espíritu que levantó de los muertos a Jesús, mora en nosotros, es definitivamente la esperanza de gloria que tenemos. En esta preciosa verdad se fundamenta el estilo de vida cristiano; aunque muchos creyentes siguen sin entender la dimensión del poder que actúa en ellos y del cuidado especial que debemos de tener con ese poder que reposa dentro de nuestra fragilidad semejante a la de las vasijas de barro (2 Corintios 4:7)
Precisamente es la excelencia del poder de Dios en nosotros, lo que marca diferencia entre un creyente convertido y un creyente simpatizante. Considero que esto es clave para concientizarnos de quien es aquel que lleno el hueco en nuestra alma, ya que muchos, son, los que simpatizan con el mensaje de una nueva vida en Cristo, pero pocos los que aceptamos tomar lugar dentro de esa nueva vida convirtiéndonos en cristianos militantes del reino de Dios. Del mismo modo considero importante, recordar o entender a que nos referimos cuando decimos “soy cristiano” ser cristiano no significa que somos inmunes al dolor, problemas, aflicciones, enfermedades, persecuciones, vicios etc. Lo que significa es que hemos puesto nuestra confianza y fe en el hijo de Dios y por esto contamos con su poder para enfrentar todo lo mencionado conociendo que no peleamos solos, el poder de Dios nos acompaña siempre; podremos estar atribulados, pero no angustiados, en apuros, pero no desesperados, perseguidos, pero no desamparados, derribados, pero no destruidos, y esto, gracias al poder de Dios que se manifiesta en nuestra carne mortal. Me resulta ¡increíble! cuando un cristiano ´poseedor de este poder sucumbe en la gigantesca ola que a su parecer forma su problema. Y no estoy diciendo que los cristianos no debemos ocuparnos en resolver nuestros propios problemas, lo que estoy diciendo es que contamos con el poder de aquel que fundo el universo, para encontrar una salida de escape ante cualquier presión, antes de darnos por vencidos. La peor zona de peligro que encontramos al permitir que la visión de nuestros problemas sea mayor a la de Dios en nosotros, es la silenciosa pero fatal depresión, el desánimo frente a cualquier tipo de circunstancia que estemos, no debería de ocupar lugar en la mente de aquellos que hemos confesado a Cristo como salvador y señor de nuestra vida. Hoy en día ha tomado más auge la palabra “estrés” sin encontrar diferencia entre la percepción de los creyentes de Dios y los incrédulos. Esto, debido a la poca importancia que algunos, prestan, al poder que actúa en ellos, debido a la duda acerca de la permanencia de Dios en su vida, esta y cualquier otro tipo de duda a la manifestación del poder de Dios hace a nuestra fe similar a las olas del mar que el viento lleva de un lado a otro. Y ¿Quién podrá ver manifestaciones de poder en medio de sus dudas? Por esta causa Dios recomienda que al acercarnos a él debemos estar plenamente consientes de que él existe y que es galardonador de quienes le buscan.
Todos los cristianos nacidos de nuevo en Cristo, somos responsables del uso o ignorancia, que demos al poder que actúa en nosotros.
Para no olvidar esto ¿Qué le parece? si comenzamos recordando la verdad escrita en Gálatas 2:20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del hijo de Dios.
Ningún problema alcanza mayor altura y fuerza que el poder de Dios en nosotros ¡usémoslo!