Mateo 25:14-30.
Hace mucho tiempo hubo un Hombre que enterró su responsabilidad en vez de trabajarla. Cuando el dueño le pido el talento, fue y lo desenterró, y así con olor a tierra de sepulcro se lo entrego. Por supuesto que no le agrado al dueño y no solamente se lo quitó, sino que se lo dio al que tenía más talentos.
Por lo tanto, si tú tienes enterrados unos cuantos talentos, es momento de desenterrarlos, antes de que el dueño venga y te lo pida.
Que vergonzoso será entregarle al Señor su talento confiado, totalmente sucio y con olor a tierra húmeda. El, Después de un largo tiempo de espera, gozoso vendrá al mismo lugar de encuentro, con la esperanza de ver multiplicado su talento, pero solo recibirá quejas, excusas, pretextos y justificaciones para defender lo indefendible de la más cruel irresponsabilidad de aquellos en quienes confió sus tesoros, pero que al final solo recibió lo mismo, con un poco de tierra sucia de sepulcro.
Fue decepcionante para él, haber recibido esa entrega mediocre, negligente, mezquina y a la vez acusativa. Ya que ese siervo malo, culpó al dueño de ser “duro” y que “cosechaba donde no sembraba”. Así que dijo que el mismo señor era el culpable de que el sepultara el talento.
Nunca culpes a Dios, o a otros por tus pocos éxitos.
La diferencia entre el emprendedor y el estancado es el funeral anticipado de los talentos confiados.
Los conformistas se hacen expertos en entierros. Entierran y sepultan sus sueños, proyectos y metas, solo porque a la primera no lo lograron. Escriben lapidas conmemorativas y con lágrimas recuerdan el pasado, suspirando por las oportunidades que no aprovecharon.
Pero lo peor de todo es, que de tiempo en tiempo siguen enflorando sus tragedias en vez de considerar la posibilidad de Exhumar lo que ellos mismos enterraron.
La exhumación es hoy, antes que el dueño te pida cuentas y exija resultados. Aún es tiempo de sacar del sepulcro a tus lazaros y quitarle cada una de las vendas que lo atan. Pero remueve las piedras ya.
La más grande tragedia, es saber que lo que has enterrado lo enterraste vivo. Y que esos proyectos y sueños aun agonizan esperando que los exhumes de la fría sepultura.
Vuelve a intentarlo, multiplica tu pasión, incrementa tu dedicación y aumenta tu proyección para tu futuro.
Exhuma todos y cada uno de tus sueños. Exhuma tu fe, desentierra las promesas de Dios en tu vida y vuelve a danzar en el escenario de la esperanza.
Ya basta de tanta inhumación, es decir de introducir, sepultar y enterrar los retos, desafíos y responsabilidades en un aparente olvido, que en realidad será tu castigo continuo en tu día a día. La inhumación solo te estancará y te privará de valiosas responsabilidades.
Exhuma, extrae, saca y desentierra cada una de las metas que te propusiste pero que por alguna circunstancia dejaste de luchar por ellas.
Si alguien en la vida te inhumo, te sepulto o te enterró en la tierra del fracaso, remueve las capas que te retienen en la que podría ser la tumba de tu destino.
Recuerda que a José lo inhumaron sus hermanos en el pozo del olvido, pero lo exhumaron por medio de un pago de esclavo. Así que los mismos que te inhuman también te exhuman. Cada vez que hablan de ti, cada vez que te critican, se burlan o te rechazan simplemente te hacen volver a la vida en sus memorias y conversaciones. Todos los que te ensucian te dan el poder de la existencia en sus vidas. Por lo tanto, no estás muerto. Sepultado vivo podrías estar, pero debes de exhumarte y no inhumarte más con sentimientos depresivos que sufres por el rechazo de otros.
Un día escuche la historia de un burro, que su dueño lo quería enterrar puesto que ya no trabajaba como antes debido al desgaste de los años. El cavó la tumba y lanzo al burro, luego comenzó a tirarle tierra, pero al terminar casi el trabajo de sepultura, el burro estaba por encima de la tumba, se levantó y se fue. El hombre asombrado del burro, pensó que era inmortal, más lo que no sabía es que en cada palada de tierra que le lanzaba, el burro levantaba sus patas, así que la misma tierra que lo sepultaría, lo elevo por encima de la tumba.
Cada vez que te quieran sepultar, sepulta la tierra debajo de ti, y la que creían que sería tu tumba, será tu escalera para volver a vivir una temporada más.
Pai Otoniel Alvarado.
Casa Emanuel para todas las Naciones