Tú tienes un llamado para predicar.
El problema es que no eres responsable de tus pulpitos…
El mejor pulpito para predicar no es uno de madera o de vidrio adentro de una iglesia… sino que es el que siempre está frente a ti.
Son las oportunidades que Dios te da en tus conversaciones diarias.
Son los momentos donde el sonido de tu voz es escuchado por los que te rodean… como, por ejemplo: en un almuerzo, en el transporte colectivo, en el carro, en el parqueo, en el parque, en el hospital, en el centro comercial etc.
Es decir que: “Donde quiera hay un pulpito para predicar”
Esta frase se las he enseñado a muchas generaciones de líderes e hijos espirituales en la iglesia durante años. Y cada vez que la citamos, nos quedamos sin poder poner excusas o pretextos para justificar la desobediencia para predicar.
*Predicar es ser un testigo
Testifícales a otros las bondades de Dios es tu vida.
Tu eres un testigo del perdón de Dios… así que cuéntale a alguien la historia de cómo Dios te ha levantado y te ha sacado de la oscuridad a su luz admirable.
Tú tienes miles de testimonios de provisión, sanidad, protección, etc.
Solamente haz memoria de todos los beneficios de Dios en tu vida.
Muéstrales tus marcas a otros… es decir comparte esas experiencias trascendentales en las que haz a travesado, pero que al final la mano de Dios intervino de manera sobrenatural en tu vida.
Tu eres un testigo ocular, documental y presencial del gran amor de Dios, solo falta que se lo cuentes a otros.
*Tu vida es una predicación
Donde quiera que estés predicas.
A veces predicas tu mal testimonio, otras veces malas palabras, chistes con doble sentido, vicios, libertinaje, pecado, mal humor, rencores, pleitos etc. Y en ocasiones te recuerdas que eres cristiano y citas alguna promesa, y otras veces un “primero Dios” un “Dios te bendiga” o un “Dios mío”.
Es decir que tu vida misma es una predicación. La pregunta es ¿Qué estas predicando?
*Pulpitos indeseables
Quieras o no, la vida te conducirá a circunstancias que no deseas, y tendrás que invocar el nombre de Dios delante de otros.
Al estar ingresado en un hospital, al sufrir un accidente, al ser llevado por la policía, al estar en la cárcel, al llorar en un funeral, al realizar un préstamo o emprender un negocio, e incluso al agonizar en un escenario de muerte.
Y todo será una predicación.
Quizá prediques sin citar textos bíblicos, pero con lágrimas en tus ojos. Quizá sin gran retórica, pero con suspiros profundos.
Ojalá no prediques tragedias sino la palabra de Dios.
Pero que predicas… predicas.
Jonás predico con su desobediencia, y estando retorcido dentro del pez nos sigue predicando, luego predico en Nínive aun estando vomitado por tremenda bestia. Así que algunos, aunque sea vomitados, pero predicaran. Cada personaje bíblico por muy mal que haya terminado nos predica para advertirnos que si nos portamos mal podríamos terminar igual o peor que ellos.
Dios no quiere que nuestra vida sea una predicación trágica, ni que se cite a las nuevas generaciones como ejemplo de un mal final. Sino que llenemos los corazones y que demos gracia a nuestros oyentes.
Los oyentes más frecuentes de tus predicaciones son tus familiares.
Es esa hermosa familia tu audiencia más importante, así que, aunque te cueste: mejora tu predicación.
*Tu ultimo pulpito
El día en que dejes de predicar sea que bien o mal, será cunado tu alma salga de tu cuerpo.
Y allí construirán, el que será, tu ultimo pulpito…
Ese último pulpito será la lápida que se colocará sobre tu tumba.
Esa leyenda que una y otra vez la gente leerá al caminar por el cementerio…
El resumen escritural de lo que un día fue una existencia entre los mortales.
En algunos se leerá simplemente el nombre de las dos fechas más importantes de su vida: cuando naciste y cuando moriste. En otras lapidas estarán escritas palabras de amor dedicadas por los familiares, en otras una descripción breve de lo que fue en vida etc., etc. etc.,
Así que en el día de tu funeral la gente predicara de lo que tu predicaste en vida. de cómo eras, de cómo actuabas, de tus logros, de tus buenos momentos, en fi trataran de hacer la mejor predicación de ti, y lanzaran a la basura tus malos bosquejos…
aquellos archivos negros que lastimosamente impregnaste en la memoria de algunos.
En conclusión… nadie se escapa de predicar…
Así que predica lo mejor que puedas, desde los pulpitos de la vida, sean buenos o sean malos….
Y si con tus predicaciones ganas a otros… has sido un gran evangelista…
Alguien dijo un día “las palabras convencen, pero el ejemplo arrastra”
Por lo tanto, sé un buen ejemplo, no sea que por tu mal predicación otros hagan las mismas locuras que tú.
Como dijo salomón cuando su vida estaba a punto de terminar:
“y cuanto más sabio fue el predicador, tanto más enseño sabiduría al pueblo; e hizo escuchar e hizo escudriñar, y compuso muchos proverbios. Procuro el predicador hallar palabras agradables, y escribir rectamente palabras de verdad.
El fin de todo discurso oído es
este: teme a Dios y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre.
Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda obra encubierta, sea
buena o sea mala”. Eclesiastés 12: 9,10, 13 y 14.
(Pai) Otoniel Alvarado.
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