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miércoles, diciembre 25, 2024

Padrenuestro

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Mario Vega / Pastor General de Misión Cristiana Elim

Padre nuestro que estás en los cielos y en la tierra mutilada y herida por nuestras ambiciones, que podamos descubrirte en los ojos de los niños y en el rostro de nuestros vecinos para respetarles y acogerles. Que podamos reconocernos como criaturas tuyas y herederos de igual dignidad.

Santificado sea tu nombre y que tu sabiduría nos llene para entender que tenemos una misión que esperas que cumplamos. La misión de amarnos de la manera en que nos amaste. Sin que haya rechazo a los migrantes, a los pobres y a los colores de la piel. Que podamos comprender que siempre habrá quien piense diferente y quien vote diferente, pero que eso no nos ciegue para ver tu imagen en cada uno de ellos. Venga a nosotros tu reino y que reluzca lo mejor de cada uno en medio de la crisis. Que lo más noble, lo más solidario y lo más bueno de nuestro ser sea la nota constante en la sociedad.

Hágase tu voluntad y que se terminen los insultos, las ofensas y los odios. Que la luz venza a las tinieblas hasta desaparecer. Que las amenazas y las violencias sean sepultadas por la bondad y el perdón. Que los robos y las mentiras las echen fuera las obras de paz y de reconciliación. Así en la tierra como en el cielo, porque eres el Señor de todo lo creado. Que en todo lugar impere la justicia y la verdad. Que acojamos al triste y al deprimido. Al que se quedó solo u olvidado. Que por fin comprendamos que te encuentras en el roto y el hambriento. En el sediento y el enfermo. Que comprendamos que cuando les servimos a ellos te servimos a ti. Danos hoy nuestro pan de cada día, justo el necesario. Que no nos sobre y no nos falte. Que el fruto de la naturaleza se reparta por igual. Que los niños tengan para comer, que los ancianos tengan para comer. Y así como nos lo das el día de hoy, dánoslo el día de mañana para que te agradezcamos y aprendamos a compartir. A cuidarnos los unos a los otros, como hermanos y como vecinos.

Y perdona nuestras ofensas porque hemos pecado contra el hombre y contra Ti. Nos hemos dividido y lastimado. Acosado y violentado. Perdona tanto despliegue de orgullo y altanería. Haznos mansos y humildes. Sencillos y prudentes. Enséñanos a callar ante la ofensa y la envidia. Que las batallas no se ganan por decir la última palabra sino por la hidalguía de otorgar ante el ignorante. Para que así todos sigamos siendo amigos y que en ese gran abrazo la verdad triunfe sin rodeos. Así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden de la manera más natural. Como el ave que vuela sin perder su ruta, como la hormiga que labora sin que se lo exijan. Que cancelemos lo que nos deben, que se nos olviden los agravios. Que no nos desvelen las críticas o los desencantos.

No nos dejes caer en la tentación y ayúdanos a compartir, con quien nos cae mal, las tortillas y el aguacate, el agua y el café. Que en lugar de maldición entreguemos bendición, que venzamos el mal con el bien y que brote de nosotros lo cristiano y el amor del corazón. Y líbranos del mal, de los virus, los accidentes y la enfermedad. Ayúdanos a cuidarnos los unos a los otros. A los mayores y a los delicados. Que seamos sabios y prudentes. Que pensemos en los demás sin acaparar. Que compartamos como familia con quien no puede permanecer en casa porque se queda sin comer. Amén.

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